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Nelson Mandela

La partida física de Nelson Mandela agigantará su herencia a la humanidad. Consideramos a este hermano africano un santo de la libertad. Una vida ejemplar que se acerca mucho a la santidad. Tal vez la mejor descripción de la existencia de Nelson sería: “Ejemplar”. Madiba, título de honor y cariño que le otorgó el pueblo sudafricano, fue un ejemplo de lucha por la libertad, de esperanza en la vida, de rebeldía, de amor a su pueblo segregado racialmente y sometido a un régimen colonial en pleno siglo XX. Apenas Mandela supo que se había librado de la pena de muerte –por predicar entre su pueblo el evangelio de la libertad–, comenzó a prepararse espiritual y mentalmente para soportar una cadena perpetua. La presión de su pueblo fiel, acompañada por millones de voces de todo el mundo que clamaban por su libertad, lograron que esa condena absurda se redujera a 27 años de prisión. Ya en libertad, continuó su lucha. Recibir el Premio Nobel de la Paz fue un impulso para continuar la liberación de su pueblo negro, dominado por una minoría blanca. Adelantando un trabajo político honesto y poniendo una voluntad de gigante, se generó hacia Nelson un respaldo mayoritario en las votaciones de 1994, convirtiéndolo en el primer presidente negro de su nación. La triste y absurda historia del Apartheid acabó en Sudáfrica. El cambio estaba dado y la democracia interracial llegó a la nación de los diamantes. Desde que se recibió de abogado (1942), Nelson no conoció otra meta que el luchar contra el Apartheid. Consciente de la falta de libertades políticas, Mandela optó por la lucha armada, decisión que lo llevo a la cárcel. Y de la prisión nació el líder que necesitaba la nación. Ese fue su destino humano, marcado por la luz de libertad y la equidad, apoyado además por una fe inquebrantable. Nelson Mandela nunca renunció a sus ideales, nunca se desanimó, nunca dudó. La perseverancia es otro de los rasgos ejemplares de la vida de este hombre, al que hoy despedimos terrenalmente pero le abrimos la puerta grande de la Historia, en la que muchos entran cuando, queriéndolo o no, se convierten en ejemplo para quienes seguimos en esta vida. Mandela ayudó a construir un mundo mejor para más de 50 millones de seres humanos. Su herencia encausará mejor el camino de un pueblo históricamente dominado por una minoría étnica que se creyó superior y eterna. Confiamos en ver pronto una nación más justa, más libre, sin prejuicios raciales. La mayoría de la población sudafricana es cristiana. Mañana, este pueblo entero elevará, acompañada de todo el mundo cristiano, una oración por su hermano mayor, y orará por un alma insigne, por un cercano ejemplo de santidad libertaria. Dios acogerá a Nelson en su seno, y dará paz eterna a un gran luchador. Gracias por tu ejemplo, hermano Nelson.

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