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El encuentro con la espiritualidad amazónica es posible si, desde una perspectiva evangelizadora, se mira con profundidad lo mítico, el poder simbólico de la cosmovisión indígena. El trabajo evangelizador con las comunidades indígenas del Oriente no pretende imponer la Palabra de Dios. Al contrario, busca puntos de encuentro entre la cosmovisión ancestral y nuestra fe en Jesucristo.

Al escuchar al padre Juan de la Cruz –misionero salesiano oriundo de Macas– contando el mito de Nunguy, aparecen las coincidencias profundas sobre el misterio de la creación y el paraíso terrenal que nos narra la Santa Biblia. Dos culturas que se encuentran para fundirse en una sola y luchar juntas por el Reino de Dios en la Tierra, en esta tierra amazónica en donde seguramente habitan las claves del futuro de la humanidad.

Vida, agua, aire y recursos naturales son el patrimonio de la región amazónica para el mundo del mañana. La Iglesia es custodia de estos dones. Para protegerlos y cuidarlos, la Iglesia se une a las comunidades indígenas y, alumbrados por la palabra divida, construyen juntos un futuro digno para la vida y el ser humano que las habita.

El Papa Francisco lo ha dicho: “La crisis ambiental actual es, sobre todo, de carácter moral”. Por esta razón, la ecoteología es el enfoque idóneo para cuidar la tierra y sus habitantes. No bastan los técnicos y los economistas: la crisis ambiental necesita un marco moral, ético, que impida su destrucción e impulse su desarrollo, siempre desde una perspectiva digna, como lo pide la Doctrina Social de la Iglesia. La Revelación, el Magisterio y la Tradición eclesial aportan a esta visión y robustecen el caminar.

Nuestro programa está dedicado a difundir la labor evangélica en la Zona Oriente del Ecuador. Con el aporte del P. Teodoro Delgado, responsable de Pastoral Social Cáritas Azuay, y penetrando el universo mítico y elñ valor simbólico de las almas amazónicas, pretendemos dar conocer cuáles son los elementos que integran la realidad espiritual y social de comunidades ancestrales que hoy se sienten amenazadas por el “progreso”. Desde el corazón de la selva y desde las laderas de las nieves perpetuas, clama una voz que pide respeto a la vida. La obra del Creador no puede ser destruida por la voracidad del dinero. Solo podemos apoyar la vida conociendo la realidad y los valores espirituales de una cultura en peligro de extinción: amemos la vida, defendamos la selva y sus habitantes.

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