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En La Alegría del Evangelio, el papa Francisco nos exhorta a ser una Iglesia en salida. La salida que pide el Papa está dirigida a buscar lo humano, lo antropológico: ir a buscar a ese ser humano, huérfano en este mundo postmoderno. Esa Iglesia Madre sale a buscar hijas e hijos por el mundo entero, sin excluir a millones de ovejas desorientadas. ¿Cómo ser parte de esa salida e ir a buscar, encontrar y acariciar al prójimo?  

La primera propuesta del papa Francisco es una Iglesia misionera. La misión contemporánea trasciende el acompañar a las culturas primitivas y va a las periferias urbanas, en donde escasea la vida digna, hay exclusión, pobreza y violencia. Francisco nos pide dejar el cómodo centro de la ciudad e ir a esos barrios marginados y de marginales, en donde están las ovejas más vulnerables y olvidadas.

Ahora, la misión es custodiar la vida de un planeta en peligro y acompañar a los pueblos que habitan en territorios ricos en biodiversidad; pero también hay que salir e ir a esas favelas, tugurios, comunas, guasmos y demás lugares postergados que circundan las grandes ciudades de América Latina. Una Iglesia misionera va más allá de sí misma y busca referencias en el ser humano excluido, descartado.

El segundo paso en esta salida es una Iglesia pueblo. Pasar de ser una Iglesia “mundanizada” y dedicar su mirada y su acción a un pueblo inmenso que espera una fuerza eclesial que lo libere, le dé dignidad y le permita trascender en lo material y en lo espiritual.

Hay un tercer enfoque para ser una Iglesia en salid: ser una Iglesia “inculturada”, que salga de la “vanidosa sacralización de la propia cultura” y se convierta en una cultura sencilla, popular y masiva, que vive un proceso de cambio y está abierta a todas y todos, creando una cultura humilde pero viva, nueva, fraterna y solidaria.

Una última Iglesia sintetiza ese pedido de salida a la que nos exhorta el Papa: una Iglesia social, que deje de preocuparse tanto por sí misma y se dedique a los pobres: “… una Iglesia pobre y para los pobres”. La mirada y la misión de la acción de la Iglesia se traslada a lo social, y debe participar e incidir políticamente, siempre en defensa de esa dignidad humana, de esos derechos inalienables que pregona nuestra Doctrina Social.

Para poder vivir esta salida, este paso adelante nuevo y alegre, Francisco nos da dos buenos consejos: primero que todo, convirtámonos. Renovemos nuestra fe, vivamos un cristianismo nuevo, encarnemos a ese Jesús que da amor. Tengamos confianza y esperanza, superemos el pesimismo y alegrémonos; esto es renovar nuestra fe y convertirnos de nuevo.

El otro consejo del Papa es paciencia. No será de la noche a la mañana que se den estos cambios, que se concrete nuestra salida en buenos logros. Esta salida es un proceso que apenas comienza y en el que todas y todos debemos participar. No se trata de un milagro, si no de una causa que va por pasos, y parte de la conversión para ir a la realización individual y colectiva, a la transformación social y a la trascendencia espiritual.

Hoy la Iglesia tiene un liderazgo nuevo, y en el Evangelii Gaudium el papa Francisco nos invita a ser una Iglesia nueva, que va en salida, que busca, que acoge, que no excluye, que defiende la vida, que dignifica al ser humano, que ayuda a desarrollarlo en forma integral y solidaria.

Cáritas asume esta exhortación y, en sus Pastorales, Proyectos y Programas, va a las parroquias, al campo, a las fronteras, a los colectivos de mujeres, a la comunidad, a quienes sufren enfermedad, a quienes buscan construir una economía popular y solidaria, a quienes trabajan por una alimentación soberana, a quienes custodian la vida.

¡Vamos en salida; acompáñanos!

Foto: imagen.4ever.eu

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