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Comentando el primer milagro de Jesús en las  bodas de Caná, lo primero que recordó el Papa en Guayaquil –en su Homilía del parque de los Samanes– fue el abandono de los menos favorecidos: “El vino es signo de alegría , de amor, de abundancia. Cuántos de nuestros adolescentes y jóvenes perciben que en sus casas hace rato que no hay de ese vino. Cuánta mujer sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, cuándo el amor se escurrió de su vida”.

“Cuántos ancianos se sienten dejados fuera de la fiesta de sus familias, arrinconados y ya sin beber del amor cotidiano de sus hijos, de sus nietos, de sus bisnietos.  También la carencia de ese vino puede ser el efecto de la falta de trabajo, de las enfermedades, de situaciones problemáticas que nuestras familias en todo el mundo atraviesan”.

El ejemplo de María, Madre, preocupada en las bodas de Caná por la falta de vino, es claro: no critica, es discreta y solícita. Su preocupación se convierte en súplica a su Hijo: “No tienen vino”. Acto seguido, el Papa invita a la gente presente a corear con Él: “¡María es Madre, María es Madre, María es Madre!”. “María nos enseña a dejar nuestros problemas en manos de Dios. Su apuro por las necesidades de los demás apresura la “hora” de Jesús. Y María es parte de esa hora, desde el pesebre hasta la cruz”.

“El servicio es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al servicio de los demás. Y eso se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos, por amor, servidores unos de otros. En el seno de la familia nadie se descarta, todos valen lo mismo”.

“Está por venir el tiempo donde gustamos el amor cotidiano, donde nuestros hijos redescubren el espacio que compartimos, y los mayores están presentes en el gozo de cada día. El mejor de los vinos están en la esperanza, está por venir en cada persona que se arriesga al amor. Y en la familia hay que arriesgarse al amor, hay que arriesgarse a amar. Y el mejor de los vinos está por venir aunque todas las variables y todas las estadísticas digan lo contrario; el mejor de los vinos está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo”.

“Tené paciencia, tené esperanza, hacé como María, rezá, actuá, abrí tu corazón, porque el mejor vino está por venir. Dios siempre se acerca a las periferias de los que han quedado sin vino, los que solo tienen para beber desalientos. Jesús siente debilidad por derrochar el mejor de los vinos con aquellos a los que por una u otra razón, ya sienten que se les han roto todas las tinajas. Como María nos invita, hagamos “lo que el Señor nos diga”, lo que Él nos diga y agradezcamos que en este nuestro tiempo y nuestra hora, el vino nuevo, el mejor, nos haga recuperar el gozo de ser familia, el gozo de vivir en familia. Que así sea”.

De tu voz brotaron palabras de esperanza, aliento para la familia, sed de vino nuevo, preferencia de Jesús por los que ya sienten que se les han roto todas las tinajas. Gracias por tus palabras, amigo Francisco, gracias por tu optimismo y tu consuelo.

Foto: Aciprensa

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