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Este es uno de los escritos más bellos en la historia de la Iglesia. Lo compuso San Francisco de Asís hace casi 800 años. Estaba sufriendo mucho y le restaba poco tiempo en esta vida. Es un canto de alabanza. Por vez primera, la naturaleza es objeto de canto  religioso. ¿Es claro para nosotras y nosotros el sentido de la alabanza y la bendición, de perdonar y ser humildes, de ser pobres, de morir ? ¿Qué tan actual es el canto? ¿Por qué inspira tanto San Francisco al papa Francisco? ¿Por qué se llama la Encíclica se titula Laudato Si’ -Alabado Seas-?  

El cántico tiene apenas 266 palabras -1500 caracteres con espacio, 11 párrafos, apenas 33 líneas-, y leerlo lentamente no te va a llevar más de 2 minutos. Te presentamos una traducción sencilla al castellano. Conviértelo en una corta oración en el día de hoy. Frente a este hermoso texto, siéntete en conexión con la Casa Común, sus criaturas y la hermandad que tenemos con ellas.

“Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte”.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad…

Amén

 

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