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MENSAJE DE LOS OBISPOS
MOVILIDAD HUMANA, TRATA Y TRÁFICO DE PERSONAS EN LAS IGLESIAS
ECUADOR Y PERU

Nosotros, Obispos católicos reunidos junto a sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas en este XI Encuentro Binacional de Ia Pastoral de Movilidad Humana Ecuador y Peru, hemos palpado la dura realidad que atraviesan aquellos hermanos, hermanas migrantes, víctimas de trata y tráfico de personas. que viven entre nosotros, al mismo tiempo que nos llena de esperanza Ia confianza que han depositado en Ia Iglesia por su capacidad de acogida y solidaridad.

A causa de Ia globalizaci6n y los numerosos conflictos presentes en nuestro mundo, la migraci6n está creciendo día a día, actualmente, se contabilizan mas de 232 millones de personas inmersas en el fenómeno migratorio. Dentro de este proceso, vemos con gran preocupaci6n la trata de personas como la forma migratoria mas violenta, que ha desplazado forzadamente a mas de 21 millones de seres humanos a nivel mundial , la mayoria son mujeres, niños y niñas qu e sufren explotaci6n sexual, !aboral u otras formas de trabajo forzado. A esta realidad , se le suma el drama del trafico ilicito de personas, mafias organizadas que se enriquecen a costa de los suefios y Ia busqueda de un mejor futuro.

Nos comprometemos a:
• Ser una «Iglesia en salida», de puertas abiertas, la cual pone en el centro de su atención pastoral, a la persona humana en su integralidad.
• Promover y difundir la «Campaña por la Hospitalidad’, como un valioso instrumento para la construcción de la «cultura del encuentro».
• Animar a que cada Jurisdicción Eclesiástica asuma la movilidad humana, trata y
tráfico de personas, como uno de sus ejes de trabajo; priorizando las zonas fronterizas.
• Trabajar pastoral e integralmente la dimensión fronteriza: a nivel territorial , político y cultural.

Exhortamos a:
• Las diversas realidades eclesiales, para que aúnen esfuerzos de trabajo hacia nuestros hermanos, hermanas migrantes, víctimas de trata y tráfico de personas haciendo realidad nuestro deseo de que nuestras fronteras e Iglesias sean espacios «inclusivos, solidarios y hospitalarios», zonas de «vida y vida en abundancia» (Jn.10, 1 O).
• Nuestros Estados, para que prioricen en su agenda política el tema de movilidad humana con un enfoque de derechos humanos, poniendo énfasis en la atención a los grupos más vulnerables: mujeres, niños y niñas; potenciando sus redes de atención y acogida.
• Nuestras sociedades, a ser más acogedoras con las personas en situación de movilidad y tolerantes con las diversidades culturales que en ellas existen.
• Las organizaciones de la sociedad civil, para que promuevan y fortalezcan un trabajo articulado con las diversas realidades eclesiales, teniendo como objetivo omún el bienestar y plenitud de nuestras hermanos y hermanas .

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