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Así lo define el padre, Gabriel Barriga, heredero del legado del monseñor Leónidas Proaño lo que ha significado en su vida la presencia del obispo de los indios.

Actualmente el padre Gabicho como le llaman con cariño, es párroco de Químiag y es quién ha impulsado la crianza de las llamas en varias comunidades de Chimborazo como una forma de aportar en el cuidado de los páramos y a la vez proponer fuentes de trabajo.

Durante el diálogo que mantuvimos con el sacerdote, manifestó que es posible mejorar la situación del pueblo pobre e indígena desde el evangelio y la palabra del señor. Menciono que el primer contacto con monseñor Proaño fue encontrarse con una persona sencilla y sabia.

Nació en la parroquia Belisario, del cantón Latacunga, viajó a Riobamba a participar en un curso de capacitación para auxiliar inmediato que le permitía trabajar en el proceso de alfabetización y se quedó, nadie es profeta en su tierra indica.

“Hoy más que nunca abramos los ojos, oídos a las palabra del Papa, vayan a las periferias y la periferia son los marginados, los olvidados de la sociedad, en definitiva los más pobres los que salen de las cárceles, los oprimidos a donde la iglesia debe estar presente, no hacer conocer la palabra por la palabra, sino vivir en la obra el amor de Dios”.

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