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Se llaman Jaquelines, Marianas, Andreas, Danielas, Micheles, Serenas… Otras se llaman Berta Cáceres, Ruth Buendía, Maximina Acuña. Unas poseen títulos profesionales, otras son analfabetas. Unas hacen teología, defendiendo la Casa Común, mientras otras defienden con sus vidas y la vida de la Selva. Mujeres de esta América inequitativa y nueva, llena de cristianas que comienza a comprender que el destino de nuestra región está en sus propias manos y toman a Jesús y a la Iglesia como el camino que rige sus vidas, sirviendo y amando. ¿Por qué?

En una América Latina patriarcal, el papel de la mujer, postergada, invisibilizada y marginada comienza a cambiar. Hoy, nuestras mujeres protagonizan debates teológicos y, al mismo tiempo, enfrenta causas ambientales con la radicalidad mostrada por Berta Cáceres o el liderazgo de Ruth María Buendía o la terca resistencia de Maximiliana Acuña, ‘La dama de la Laguna Azul’, recientemente galardonada con el Premio Goldman, máximo reconocimiento mundial a quienes defienden la vida en la Pacha Mama.

Dios hizo madre a la mujer; al igual que la Madre Tierra, en la mujer germina el género humano, se conserva la especie y se perpetúa la obra generosa del Creador. Eso hace especial a la mujer. Su carácter amoroso –y aquí recordamos a P. José Luis Carabias en su ‘humanus amorusus’– le permite acompañar con fuerza especial a este cristianismo en pañales. Caravias, asistido por el optimismo esperanzado que da la fe, cree que la era cristiana apenas comienza, y que vivimos la infancia, en pañales, de un Reino que estamos construyendo ya. Son las mujeres las encargadas de los pañales de un mejor vivir, de una era por venir, de un cristianismo renovado y renovador.

En muchas de nuestras notas, la Pastoral Cáritas reconoce el papel trascendental de las mujeres en la Iglesia. Ellas están presentes en las Pastorales, Programas y Proyectos de Género, de Salud, de Ecoteología, de Economía Social y Solidaria; las mujeres son el motor de los programas de Desarrollo Humano Integral y Solidario y, con su trabajo, apoya las dificultades que se generan en la Movilidad Humana.

Las mujeres están presentes y participan decididamente en los programas de capacitación popular, formación de liderazgo e incidencia política. En nuestra Pastoral, las mujeres voluntarias se entregan a servir en diferentes áreas. En Cáritas, las mujeres están en todo. Y en ese todo demuestran vocación, voluntad, capacidad, tenacidad y fe. A propósito de la fe, no soy capaza de dejar de escribir que ellas están más cerca de Dios que nosotros. No sé por qué, pero así lo creo. Tal vez sea porque para la mujer cristiana la fe sin acción no es fe.maqximina acuña 2

Hoy, en Ecuador, vivimos momentos muy difíciles, por la tragedia del terremoto. En el socorro a las víctimas, en el consuelo de ellas y en la futura reconstrucción material, espiritual y psicológica, las mujeres están ayudando a full, y se harán más presentes que nunca en lo que se viene para reconstruir los daños. Ese amor, esa ternura especial con las que las ha distinguido el Señor, darán el ánimo necesario para superar estas emergencias. Creemos en un Dios que es amor.

Las mujeres encarnan ese amor de Dios para darle ánimo al país; las mujeres reparten con amor su tiempo y su voluntad para superar esta crisis humanitaria que hoy vivimos. Las mujeres, con amor, van marcando la salida de esa Iglesia que acaricia al pueblo; las mujeres enriquecen esa Iglesia que cuida la vida en la Tierra; las mujeres dan su vida por la vida. Eso es amor.

Berta, Ruth, Maximina, mujeres de nuestra América: gracias por su ejemplo, gracias por ser valor, por encarnar el amor divino.

(Imagen: www.Youetube.com)

CategoryEcoteología
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