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El pasado martes 11 de septiembre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) anunció que el número de personas que sufren hambre al rededor del mundo aumentó a 821 millones en 2017. El cambio climático está entre las principales causas.

El reciente informe de la FAO indica que 1 de cada 9 personas en el mundo están subalimentadas. La inseguridad alimentaria —como se menciona en el informe— en los últimos años ha aumentado en gran parte de África, y también en América del Sur. Este aumento se le atribuye principalmente al cambio climático, mismo que ha afectado negativamente a la seguridad alimentaria de las regiones en donde se ha detectado el incremento de desnutrición y hambruna.

De las 821 millones de personas que sufren hambre en el mundo, 39,3 millones se encuentran en América Latina, presentando un incremento en la región de al menos 400 000 personas con respecto al informe del año 2016.

Por otro lado el informe muestra también que Latinoamérica posee una tasa de desnutrición aguda infantil del 1,3 por ciento, es decir que al menos 700 mil menores de 5 años sufren de desnutrición, sin embargo la tasa es baja frente al promedio global, que es de 7,5 por ciento.

1 de cada 100 menores de 5 años en América Latina y el Caribe sufre de desnutrición. A nivel global 150 millones de niños menores de cinco años no tienen el peso ideal para su edad. 50,5 millones sufren de emaciación (adelgazamiento patológico).

El informe también muestra cifras sobre el aumento de anemia en las mujeres y la obesidad en los adultos. 1 de cada 8 adultos en el mundo es obeso y 1 de cada 3 mujeres en edad reproductiva está anémica. La tendencia al aumento de adultos obesos es más alta en Norteamérica y baja en Asia y África. En el caso de los niños, 38,3 millones viven con sobrepeso a nivel mundial.

Archivo Cáritas Ecuador.

Más allá de las cifras

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura elabora anualmente un informe en el que además de censar el hambre a nivel mundial, también busca encontrar las razones por las que el hambre aún está presente en la realidad actual, en el informe de 2016 enfatizaba el papel de los conflictos armados como causa del hambre en la población, el último informe (2017) señala al cambio climático como la principal causa.

El día de ayer, el periódico estadounidense “The New York Times”, en su versión en español, publicaba un artículo de opinión refiriéndose al informe presentado por la FAO y a la realidad del hambre en la actualidad. En dicho artículo se enfatizaba que las condiciones climáticas y bélicas actuales no son las principales causas de esta inseguridad alimentaria, sino que quienes, en su gran mayoría, padecen hambre al día de hoy lo han venido haciendo generaciones atrás, esto gracias a que viven (vivimos) en un sistema que está diseñado para que algunos tengan mucho y otros, muy poco.

Esta situación de desigualdad no es ajena a los oídos de mucho en estos días. A inicios del presente año la ONG Oxfam advertía que el 1 por ciento de la población mundial acumuló el 82 por ciento de la riqueza.

Las situaciones de desigualdad se pueden observar también en la cotidianidad. Solamente en la ciudad de Quito se desperdician 100 toneladas diarias de alimento, aproximadamente 36 mil al año.

Europa Press indicaba, en el año 2007, que el mundo produce comida suficiente para 12 000 millones de personas, sin embargo, al día de hoy el hambre y la desigualdad siguen presentes.

El llamado de la Iglesia a combatir el hambre y la desigualdad

El Papa Francisco se ha referido incontables veces al hambre como un problema derivado de un sistema que promueve la injusticia y que aceleran el grave daño que está sufriendo nuestro planeta, y junto con él a los mas vulnerables: los pobres, los excluidos. En su discurso frente a los movimientos sociales en Bolivia, en el año 2015, decía que “esas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global, (…) ese sistema a impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o en la destrucción de la naturaleza”.

Ese mismo año el Papa escribía la Carta Encíclica Laudato Si’, como un llamado al cuidado y la protección de la Tierra y de todos quienes la habitan.

En el caso de la Iglesia Ecuatoriana, para Cáritas Ecuador la inequidad en la alimentación es también un signo de inequidad en la vida (Mons. Julio Parrilla), por lo que la Iglesia está llamada a responder al derecho a la alimentación, como un signo de solidaridad y misericordia.

En Ecuador, Cáritas trabaja con más de mil familias en temas relacionados al derecho a la alimentación. El trabajo con estas familias se centra en huertos urbanos y rurales, producción agro-ecológica, así como espacios en los que los productores pueden comercializar sus productos sin la necesidad de intermediarios, como centros de acopio y mercados. Estas actividades se centran principalmente en las provincias de Zamora, Morona Santiago, Cotopaxi, Los Ríos, Chimborazo, Tungurahua, Imbabura, Azuay, Guayas y Loja.

El número de personas que día a día sufren hambre a nivel mundial, es alarmante. Aún así las cifras, que nos informan, nos desconectan de una realidad que es parte de nuestra cotidianidad. Los cambios necesarios son posibles, pero sólo lo son si (como dice Martín Caparrós en su artículo del New York Times, y que inspiró este artículo) estamos dispuestos a hacer algo al respecto.

 


Con información de La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), The New York Times, El Comercio y TeleSur.

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