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Queridos hermanos párrocos y queridas comunidades cristianas,

Con esta carta quiero presentar y re-motivar, si hiciera falta, el día de la Cáritas que se celebrará este Domingo 29 de Mayo.  Sé que en muchas parroquias aún no hay un grupo Cáritas organizado, pero se podría igualmente sensibilizar para que algunas personas sensibles (¡que nunca faltan!) se animen a conformar el grupo.

Sé también que muchos están agotándose para  organizar procesiones eucarísticas, pero si nos olvidamos de la “carne de Cristo” que son los pobres, ¡viviremos una solemnidad incompleta y hasta vacía!

 No está prevista colecta para la Cáritas, pero si quieren pueden destinar todo o una parte de las ofrendas del día para las iniciativas del grupo Cáritas parroquial o, si no tienen el grupo parroquial, para las campañas (diocesana o nacional) de solidaridad con los hermanos/as afectados/as por el terremoto en Manabí y Esmeraldas (Cuenta corriente del Banco del Pichincha número 3085358804 a nombre de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, RUC 179010029001).

 Al final les dejo como profundización un texto antiguo de san Juan Crisóstomo (que meditamos en el oficio de las Lecturas del sábado de la semana XXI del tiempo ordinario): el obispo de Constantinopla ya en el IV siglo hacía una comparación entre la manera en que honramos al Cuerpo de Cristo en el templo y la manera en que le tratamos en los pobres.

 Por cualquier inquietud o información cuenten conmigo.

P. Mauro Da Rin Fioretto [email protected]

 

 29 de Mayo de 2016 –  CORPUS CHRISTI – DIA DE CARITAS

 ¿Quién dijo que todo está perdido?

Yo vengo a ofrecer mi corazón.

 ¿De dónde surge esta iniciativa? La Conferencia Episcopal Ecuatoriana, en su Asamblea General de abril de 2012, acordó instaurar en la festividad del Corpus Christi, la celebración anual del Día de Cáritas.

¿Por qué un Día de Cáritas? Benedicto XVI insistió desde su primera encíclica “Deus Caritas Est” en la necesidad de entender la misión evangelizadora de la Iglesia de un modo integral, asegurando que la acción caritativa y social (koinonia) se desarrolla y articula en nuestras comunidades con la misma fuerza que la predicación de la Palabra (kerigma) y la celebración de la Vida en Dios (liturgia). Esta idea la recoge el Documento de Aparecida en su número 399. El Papa Francisco, siendo cardenal Bergoglio, cita precisamente esta frase de Aparecida en una charla que dirigió en el 2009 a la Asamblea anual de Cáritas Argentina: “Para la Iglesia, el servicio de la caridad, igual que el anuncio de la Palabra y la celebración de los Sacramentos, es expresión irrenunciable de la propia esencia.”

También en el Motu proprio “Intima Ecclesiae naturae” sobre el servicio de la Caridad el papa Benedicto XVI pedía que todos los obispos favorezcan en cada parroquia la Cáritas:

Art. 9. – § 1. El Obispo debe favorecer la creación en cada parroquia de su circunscripción de un servicio de «Caritas» parroquial o análogo, que promueva asimismo una acción pedagógica en el ámbito de toda la comunidad para educar en el espíritu de una generosa y auténtica caridad. Si fuera oportuno, dicho servicio se constituirá en común para varias parroquias del mismo territorio.

Cáritas es la expresión organizada de una comunidad que quiere multiplicar, en profunda unión con el Cristo eucarístico, sus obras de misericordia. Cáritas, en sus distintos programas y proyectos, busca reflejar la sensibilidad especial de Cristo para con nuestras hermanas y hermanos sufrientes, solos y necesitados.

¿Por qué vincular el día de Caritas a la festividad del Corpus Christi? En la tradición cristiana, el compromiso caritativo y social está profundamente unido al don de la Eucaristía. Y la verdadera Eucaristía toma en cuenta siempre la situación de los pobres y el deseo de servirles (1Cor 11, 17-22). En otras partes del mundo, la Iglesia también celebra el mismo día el don de la Eucaristía y la fuerza transformadora de la caridad cristiana.

La Caridad es fruto propio natural de la Eucaristía y es fruto necesario de la Eucaristía. Si no hay caridad después de celebrar la Eucaristía significa que algo está mal… si el pan no nutre significa que el organismo está seriamente enfermo.

Siempre me acuerdo de lo que nos enseñaba mons. Luigi Sartori (presidente por años de la Asociación de los Teólogos Italianos) con una expresión fuerte y atrevida pero verdadera: “Si la Eucaristía no hace crecer la comunidad en la Caridad, es un aborto”, es decir una vida cortada en sus potencialidades.

¿Cómo celebrar el don de la caridad en la vida de la Iglesia en la festividad del Corpus Christi en las parroquias y comunidades de nuestra Diócesis?

A modo de sugerencia, incluimos algunas propuestas. Por ejemplo se podría:

  • Desarrollar en la predicación la profunda vinculación del don eucarístico y del servicio de la caridad en sus diversas manifestaciones, realidades ambas que expresan dimensiones esenciales del ser y el actuar de Cristo.
  • Expresar en la celebración la centralidad del ministerio de la caridad, como don de Cristo a su Iglesia, visibilizando el compromiso de los voluntarios/as comprometidos en algún tipo de servicio caritativo y social, reconociendo su profundo valor para la vida de la comunidad cristiana, y renovando su envío con la entrega de un símbolo y/o con una bendición especial.
  • Motivar y destinar la colecta de ese día para el sostenimiento y desarrollo de la acción caritativa y social de la parroquia o comunidad que celebra.
  • Realizar encuentros de oración en los que se promueva el compromiso samaritano de los diversos grupos parroquiales (si quieren en adjunto pueden utilizar el folleto “Amarás – 5 encuentros bíblicos sobre la Caridad”).
  • Si la parroquia ya cuenta con el grupo Cáritas, pueden organizar una casa abierta (con pancartas, alguna iniciativa para recaudar fondos, mercados de pulgas, etc…) para explicar a los parroquianos qué es Cáritas y sensibilizar sobre la NECESIDAD del servicio de la Caridad.
  • Si la parroquia aún no cuenta con el grupo Cáritas (recuerdo que en unos planes Pastorales diocesanos se indica como objetivo claro que todas las parroquias deberán tener el grupo Cáritas, al igual que la catequesis, la celebración de la Eucaristía…), podría ser una buena ocasión para organizar un encuentro con algunas personas sensibles a los temas de ayuda, solidaridad para plantear la posibilidad de constituir el grupo Cáritas.

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo

(Homilía 50, 3-4: PG 58, 508-509)

AL ADORNAR EL TEMPLO, NO DESPRECIES AL HERMANO NECESITADO

¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre y no me disteis de comer, y más adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.

Reflexionemos, pues, y honremos a Cristo con aquel mismo honor con que él desea ser honrado; pues, cuando se quiere honrar a alguien, debemos pensar en el honor que a él le agrada, no en el que a nosotros nos place. También Pedro pretendió honrar al Señor cuando no quería dejarse lavar los pies, pero lo que él quería impedir no era el honor que el Señor deseaba, sino todo lo contrario. Así tú debes tributar al Señor el honor que él mismo te indicó, distribuyendo tus riquezas a los pobres. Pues Dios no tiene ciertamente necesidad de vasos de oro, pero sí, en cambio, desea almas semejantes al oro.

No digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. Porque si Dios acepta los dones para su templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas que se dan a los pobres. En efecto, de la ofrenda hecha al templo sólo saca provecho quien la hizo; en cambio, de la limosna saca provecho tanto quien la hace como quien la recibe. El don dado para el templo puede ser motivo de vanagloria, la limosna, en cambio, sólo es signo de amor y de caridad.

¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello? Dime si no: Si ves a un hambriento falto del alimento indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo llevas a contemplar una mesa adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias de ello? ¿No se indignará más bien contigo? O si, viéndolo vestido de andrajos y muerto de frío, sin acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos de oro, afirmando que con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres burlarte de su indigencia con la más sarcástica de tus ironías?

Piensa, pues, que es esto lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas errante, peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas del templo. Con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas a visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que estoy diciendo, no pretendo prohibir el uso de tales adornos, pero sí que quiero afirmar que es del todo necesario hacer lo uno sin descuidar lo otro; es más: os exhorto a que sintáis mayor preocupación por el hermano necesitado que por el adorno del templo. Nadie, en efecto, resultará condenado por omitir esto segundo, en cambio, los castigos del infierno, el fuego inextinguible y la compañía de los demonios están destinados para quienes descuiden lo primero. Por tanto, al adornar el templo, procurad no despreciar al hermano necesitado, porque este templo es mucho más precioso que aquel otro.

 

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