fbpx
Fuente de la imagen: www.elnorte.ec

Fuente de la imagen: www.elnorte.ec

Escuchar al P. Juan Carlos Andueza es como entrar a una máquina del tiempo y del espacio: sales del contexto, de tu cotidianeidad, para ingresar a la selva, poblada por culturas ancestrales que, después de más de 5 500 años de vivir en paz, hoy ven en peligro su existencia. El P. Juan Carlos los conoce desde hace 27 años, convive con ellos, ora con estos hermanos.

Nació en Pamplona, y se vino para el Ecuador hace 27 años, a la selva, a nuestro Oriente. Este misionero capuchino nos transporta, y acompañarlo es conocer de buena fuente la realidad de ese Oriente lejano, ignorado antes y ahora deseado debido a su riqueza. Él reside en Rocafuerte, es decir, que tomas un bus a El Coca (de 7 a 8 horas); allí descansas la noche, y luego, canoa por 10 o 12 horas. “En el año 53, la Santa Sede entrega el territorio del Napo a la congregación de los Josefinos, para hacer misión. Pero no podían atender un territorio tan grande, e ingresamos los capuchinos. Yo vivo a 10 minutos del Perù, ahí queda Rocafuerte. Conocí a Mons. Labaka en España, y llegué a Ecuador dos meses después de su muerte”, va soltando el P. Juan Carlos, con una facilidad de palabra que te atrapa y encanta.

“Cuando supe de la muerte de Alejandro Labaka, sentí más deseos de venir. La muerte de Alejandro e Inés se debe a su intento de mediar entre la compañía petrolera y los pueblos no contactados, una situación que ahora parece repetirse. Pero desde el momento en que murieron Alejandro e Inés no han hecho ni prospecciones ni explotación de petróleo. Se ha respetado ese territorio gracias a su muerte”.

“Alejandro e Inés estaban trabajando por la educación bilingüe, y lo lograron: hoy se guarda la biculturalidad de estos pueblos, con el derecho a preservar su lengua, sus ritos, sus costumbres, su cultura: a partir de la muerte de Inés y Alejandro, esos pueblos existen, y se ha creado una especie de franja en donde no hay explotación petrolera, y existe educación bilingüe. Su muerte no fue en vano”.

La entrevista ingresa a un terreno muy rico y poco conocido: los mitos y las creencias indígenas. Abordamos este tema y el P. Juan Carlos nos aclara que ya nadie dejará tranquilos a los habitantes de la selva, porque hay muchos intereses económicos en su territorio. Y luego de esta advertencia, entramos al tema de las dos cosmovisiones: la católica y la indígena amazónica: “Yo no aprendí en la universidad cómo comprender la cosmovisión de los indígenas.

“Alejandro Labaka decía algo importante: cuando uno va a un pueblo y no es capaz de respetar su cosmovisión, sus costumbres religiosas, sus ritos, no hace bien las cosas, no puede evangelizar como Jesús quiere. “Alejandro tenía razón: la evangelización es una relación, en donde tiene que haber una idea y vuelta. Cuando tú acabas siendo amigo de la otra persona y eres aceptado por ella,  tú escuchas lo que él te dice, y llegas al centro de su cosmovisión. Cuando voy donde un anciano, que está con toda su familia, veo que el monito nada de un seno y el hijo de la señora mama del otro. Eso me parece totalmente bíblico: hay un igualitarismo que supera la visión cristiana. Aprendemos de ellos que todos somos iguales, y que, incluidos los animales, todos tenemos derecho a vivir y a alimentarnos. La imagen de la madre dándole seno a su hijo y al monito no se me olvidaré nunca. Occidente debe aprender esta idea: respetar a los demás, y estar al mismo nivel: igualdad. Este ejemplo creo que perfecciona el Génesis”.

“Yo les hablo de Dios cuando ya me considero su amigo, he ido a su casa, él va a la mía y nos sentimos bien recibidos. Ellos conocen al Creador –que toma nombres diferentes dependiendo de la cultura– y les es complicado comprender al Cristo Redentor, pero comprenden y aplican el comunitarismo, tal y como Jesús lo predicó. Recuerdo a un misionero en África, que después de 35 años de trabajo, reconoció que hay dos cosas que les ha aportado el cristianismo: la no venganza y el perdón al enemigo; pero en lo demás, hasta nos enseñan: son solidarios, igualitarios, son hermanos entre sí”.

Y la charla con el P. Juan Carlos se hace cada vez más deliciosa y reveladora, a tal punto que faltó tiempo para seguir conociendo, para seguir en esa máquina en la que el espacio y el tiempo  son percibidos en forma diferente. Sentimos deseos de ir a la selva, de estar con estas hermanas y hermanos a quienes tanto tenemos qué aprender. Revelaciones, valoraciones, reflexión. Un programa en el que prima la verdad no conocida. Escúchalo, contágiate de verde, defiende nuestra selva y los pueblos que la habitan.

Write a comment:

*

Your email address will not be published.

Síguenos en: