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La luz de la esperanza brilla cuando leemos esta frase. Al mismo tiempo, la responsabilidad de las personas adultas se hace necesaria para el bien de la humanidad. De todos los seres vivos, las niñas y los niños son las crías que más atención y cuidados necesitan. Y atención significa amor, respeto, educación y, sobre todo, buen ejemplo. Y sin embargo…

De los casi cuatro millones y medio de niñas y niños que hay en Ecuador, más de 600.000 todavía trabajan. A pesar de los esfuerzos oficiales y particulares, la fuerza laboral infantil es significativa. UNICEF ha advertido en muchas ocasiones que el trabajo infantil impide el desarrollo normal de la vida emocional y afectiva de la niñez.

Otro atentando contra la infancia se hace evidente en la violencia intrafamiliar: todavía persisten el castigo físico y el maltrato psicológico, actitud que desafortunadamente se traslada a la escuela. No queremos hablar ahora de problemas de la infancia, sino todo lo contrario: celebrar la presencia alegre y tierna de la niñez en la comunidad. Pero es necesario sensibilizar a las personas adultas sobre el trato preferencial de que debe ser objeto la niñez. Cuando hay violencia, el segmento comunitario más afectado es la niñez, y tenemos que luchar contra esta injusticia.

“Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos será el Reino de los cielos”, decía Jesús. Y Jesús se reunía con ellos, les hablaba, los escuchaba. Con seguridad, Jesús gozaba de la presencia infantil, como podemos hacerlo hoy nosotras y nosotros. Pero más que gozar de su compañía, creemos que Él podía ver en la niñez esa potencia de renacer a diario a todo el género humano. Con seguridad, el Señor Jesús valoraba la inocencia, la alegría, el amor y la potencia futura que alberga una niña o un niño en su alma. Por algo nos invitó a ser como los niños, y por algo privilegia a la niñez para ser la primera en ingreasr al Reino de los Cielos.

Queremos enviar una caricia inmensa, una caricia tierna, amorosa, respetuosa y llena de esperanza a todas y todos los niños de nuestro Ecuador. Y pedirle al Señor que los llene con su alegría y bendiciones.

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