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A lo largo del Río Madre de Dios, durante los últimos 20 años, se han concentrado miles de trabajadores mineros informales, sometidos a las peores condiciones laborales y de salud, difíciles de imaginar. Estos trabajadores no tienen nombre. Son conocidos por apodos puestos por sus patrones: “flaco”, “chileno”, “gordito” o lo que sea, dice el sacerdote Xavier Arbex, fundador de la casa hogar “el Principito”. Quien califica de “catastrófica” la situación social y ecológica de Madre de Dios, lugar que visitará el Papa Francisco.

Sus más de 40 años de sacerdote y de vida en Madre de Dios le da derecho a afirmar que la minería debería desaparecer. “A mí me gustaría que la minería desaparezca, porque no decir la verdad. Nos gustaría volver a tener quebradas cristalinas, peces que podamos pescar libremente. Lo que he vivido cuando vine a estas tierras hace más de 40 años. Todo eso, claro que lo desearíamos volver a vivir”.

Pero, continúa con cierta resignación, “no creo que sea posible que la minería desaparezca, porque detrás de ella hay entre 15 mil y 20 mil mineros”.

“Actualmente, mucha de esta gente ingresa al trabajo minero de manera anónima, porque ellos no son registrados, están sólo con sus apodos. Mucho de ellos desaparecen aplastados por el derrumbe que han provocado o ahogados, y nadie sabe nada, porque cuando llegan se les dice si entras tú sabes a qué atenerte. Aquí no te conocemos, entonces le ponen un apodo: flaco, chileno, gordito o lo que sea. Ese es el primer problema”.

Información completa: http://iglesiasymineria.org/2018/01/13/en-puerto-maldonado-los-mineros-no-tienen-nombre/

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