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En la Casa de la Espiritualidad “Nuestra Señora del Quinche”, en el norte de Quito, se llevó a cabo el Encuentro Nacional de la Pastoral de la Salud, del 27 de febrero al 1 de marzo. Asistieron más de 80 personas, con el objetivo de reflexionar sobre la dimensión política  institucional de la salud, identificando posibles estrategias de intervención a partir de la humanización, la ética y la bioética.Este evento congregó a delegados diocesanos y voluntarias/os de la Pastoral de la Salud, Vicarios de la Caridad, profesionales de la salud, ministros extraordinarios de la comunión, sacerdotes y religiosas. Las conferencias dictadas en el encuentro cubrieron varios ámbitos de la salud: “Cuidados paliativos” (P. Alberto Redaell), “Humanización, Comités Bioéticos Clínicos asistenciales de investigación” (P. Vardi Plaza), “Bioética” (P. Jorge Avilés, y “Humanización de los servicios de salud”, por parte de la Dra. María Elena Acosta.

El P. Fausto Pucha vino desde Loja para el Encuentro; para él, el evento “… fue agradable, con temas muy importantes y con una participación muy positiva de quienes asistieron; los compromisos adquiridos son firmes. Los retos que se vienen son fortalecer las diócesis que ya están caminando y están bien estructuradas, coordinando con los Obispos la labor. En otros parroquias hay que arrancar de cero, pero ya tenemos experiencia. Otro reto grande es fortalecer la gestión económica”.

Comentando las palabras del Papa Francisco “Todo tiempo que dediques al enfermo es tiempo santo”, el P. Fausto nos dice que “… la Pastoral de la Salud es un ejemplo de estas palabras de Su Santidad porque esta organización está bien estructurada y su acción se refleja cuando cada persona que trabaja en salud mejora su trato al enfermo, humanizando más la relación con quienes sufren, acercándose mucho más, mirando a los enfermos como Cristo, como una humanidad que toca a otra humanidad con el toque de Dios, un humano que va al otro hermano con la chispa de Dios”.

La Pastoral de la Salud nace en el  2012, y desde un principio ha captado el apodo de personas que, con sentido cristiano, se integran para formar un equipo voluntario al que aportan con sus conocimientos y experiencias médicas; personas que trabajan en salud y religiosas que hacen menos duro el sufrimiento que genera la enfermedad. Que el tiempo con el enfermo sea un tiempo santo, y que la alegría y la bondad de Dios lleguen a las almas y los corazones de quienes padecen alguna enfermedad.

 

 

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