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La actual violencia en Colombia comenzó en 1947, un año antes del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, sucedido el 9 de abril de 1948, acto que generó “El bogotazo” y dio paso a la guerra civil que mañana se dará oficialmente por terminada en La Habana, al menos con las FARC. La paz en el país vecino incidirá en la movilidad humana que vive Ecuador originada por los desplazamientos forzados generados por la guerra en Colombia.  

El asesinato de Gaitán provocó un enfrentamiento armado entre liberales (partidarios del líder popular) y conservadores, una guerra civil que está a punto de terminar. Desde 1948 a hoy, son muchos los actores del conflicto: ejército y policía nacional, guerrillas, paramilitares y narcotraficantes han creado en Colombia uno de los enfrentamientos más sangrientos del siglo pasado y lo que va de éste. Más de 220.000 muertos (170.000 civiles, 50.000 combatientes); los desplazamientos forzados han movilizado a más de 6 millones de personas. Son más de 27.000 personas secuestradas por la guerrilla y los paramilitares. Y se cuantifica en más de 10.000 las personas afectadas por las minas antipersonales.

La violencia colombiana no discrimina, pero se ha ensañado con las mujeres: en el año 2015 fueron asesinadas  1.007 mujeres y se denunciaron más de 16.000 casos de violencia sexual.  Las organizaciones humanitarias no se ponen de acuerdo respecto al número de víctimas infantiles en esta absurda guerra, pero todas coinciden en que el reclutamiento forzado de menores de edad ha sido una práctica común de la guerrilla y los paramilitares. Sin embargo, un cálculo tímido apunta a considerar que, de los 220.000 muertos, al menos el 25%  (más de 50.000 menores de edad) han muerto por causa de la violencia.

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En un momento dado (1985), en Colombia existían cinco grupos guerrilleros de diferentes tendencias ideológicas. Aunque han sido las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el grupo armado más numeroso y bélico, también estuvieron presentes en el conflicto organizaciones que desaparecieron o aún están en pie de guerra, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación Nacional (EPL), el conocido M-19 (movimiento guerrillero urbano que tomó la Embajada de República Dominicana y el Palacio de Justicia) y un movimiento armado indígena llamado Quintín Lame.

El paramilitarismo no es nuevo, nació con los famosos “pájaros”, bandas de asesinos armados pagados por los gobiernos de turno entre 1948 y 1957, cuando cae la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. Derrocada la dictadura, surge un Frente Nacional que, alternándose el poder entre liberales y conservadores, mantuvieron políticas económicas de hambre y entreguismo; al mismo tiempo, estos gobiernos alimentaron la guerra y dejaron surgir el marcotráfico.

Con la presidencia de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), los paramilitares se instauraron en todo el territorio colombiano, actuado bajo el amparo de la presidencia, del ejército, de la Fiscalía y de todo organismo de control que puede tener Colombia. Hoy, la mayoría de los cabecillas paramilitares están en Estados Unidos, en donde se les juzga con la intención de no implicar altos mandos militares o dirigentes políticos implicados en esta guerra.

La violación a los Derechos Humanos que ha cometido el paramilitarismo también lo comparte la guerrilla: asesinatos, extorsiones, secuestros, reclutamiento forzado -incluyendo menores de edad- y sembrados ilícitos. Las FARC son protagonistas de una escuela de dolor, y lejos quedan los ideales sociales que una vez guiaron las acciones de este grupo guerrillero.

Con respecto a nosotras/os, vecinos de Colombia, son más de 160.000 visas de refugio que Ecuador ha concedido a ciudadanas/os colombianos en los últimos años; Ecuador es el país de América Latina que más refugiados tiene. Por otro lado, hay más de medio millón de colombianas/os en el país y se estima que las dos terceras partes de este medio millón se ha venido al Ecuador por causa de la violencia.

Si hay paz en Colombia, se pueden esperar dos escenarios: el retorno de colombianas/os a su país y, por otra parte, el flujo de hermanas/os colombianos a Ecuador debe de mermar ostenciblemente. Todo indica que mañana 23 de junio se firme el La Habana la paz y el cese al fuego entre el gobierno y las FARC. Si este acuerdo de paz se hace realidad, el camino de la reconciliación apenas comenzará. Es un recorrido difícil, pues las heridas abiertas son muchas.

Si mañana se firma este acuerdo de paz, Colombia comenzará una nueva época. Son 48 millones de ciudadanas/os que se darán a la tarea de reconstruir un país golpeado ética y materialmente por una guerra absurda. Conocemos las cualidades que tienen los colombianos. Sabemos de su emprendimiento, de su ánimo de lucha por una vida digna. De su capacidad resiliente, de su profunda fe católica. Para Ecuador, esta noticia es motivo de alegría y esperanza.

Durante más de 40 años el migrar colombiano a Ecuador ha sido una opción de vida. El país se ha enriquecido con este aporte cultural y laboral de las y los colombianos que han convertido a Ecuador en su nuevo hogar.

“El último día de la guerra” anuncian el gobierno y las FARC desde Cuba. Que el Señor avale este acuerdo, y que el pueblo colombiano sea fiel a este compromiso y emprenda, con alegría y fuerza, un nuevo camino para tan bella y querida nación.

Si hoy estamos en “el último día de la guerra”, que mañana sea el “PRIMER DÍA DE LA PAZ”. Que así lo quiera Dios.

  1. Felicitaciones por tan buen articulo, muy ilustrativo y sencillo, sigue adelante

  2. 24/06/2016

    Pablo, gracias por tu comentario. Esperamos seguir contando con tus visitas y compartir nuestros temas y desafíos. Cáritas es parte de esa Iglesia en salida, y el destino de la hermana Colombia está directamente ligado al nuestro. Mientras más cristianos, más hermanos que nunca. Bienvenida la paz en el país hermano.

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