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Los cristianos católicos debemos retomar la Gaudium et Spes para que su sabio contenido alumbre nuestro camino con luces claras y salvadoras (Jaime Castillo)

Mesa directiva el día de la inauguración.

Mesa directiva el día de la inauguración.

Quito, 25/09/2013.- En el segundo día de las Jornadas Nacionales de Pastoral Social, le dimos vida a la Gaudium et Spes, escrito hace 50 años. Durante el día se analizó la situación política y social de nuestro país, iluminado por el documento conciliar que, para Jaime Castillo, se anticipó 50 años a la realidad actual.

En su exposición Jaime Castillo, catedrático de la Pontificia Universidad Católica de Quito de Economía, Teología y Cristología para Laicos insistió en que “el reino de Dios no es solo un problema ritual o litúrgico, sino un problema ético, evangélico, de buenas noticias para el ser humano y el mundo”; sobre todo ahora que “estamos al borde de grandes catástrofes ecológicas y vuelve a aparecer el fantasma de la guerra y la violencia”, manifestó.

La Hermana Carmen Pineda, de la Comunidad de San José de Calasanz, fue clara en la necesidad de defender hoy la dignidad humana. En su exposición fue enfática en la necesidad de “Amar con justicia y actuar con ternura”, ya que los lazos familiares son aquellos que desde el principio de la vida logran dar la fortaleza emocional a los individuos. Desarrollar lazos de amor para sentirnos unidos y formar grupos de apoyo son algunas de las recomendaciones que dio para que la sociedad logre los vínculos necesarios que resistan el paso del tiempo.

Así también analizó la situación de las sociedades avanzadas tecnológicamente, donde las relaciones interpersonales pasan a segundo plano y la solidaridad grupal es menor, justamente por estar cada uno por su lado conectado a sus propios problemas. “La sociedad actual pide resultados no vínculos”, manifestó sin mayores filtros. Finalmente dejó el mensaje que en estas culturas más vulnerables, acostumbradas a la escasez y necesidad las relaciones son más cercanas ya que los individuos se necesitan más para que el bloque social trascienda en el tiempo de la mejor manera

Milagros Aguirre, presidenta de la Fundación Alejandro Labaka, recordó que se ha gastado una cantidad muy grande de fondos en el Programa Yasuní de Naciones Unidas; sin embargo, dijo, “no hay una investigación seria de dónde están los pueblos no contactados; hay recursos y tecnología para saber dónde están estos pueblos”.

Así mismo denuncia que no hay un trabajo formativo ni educativo con los Huaorani contactados: “No se les ha enseñado nada sobre la legalidad, y sobre su condición de ciudadanos ecuatorianos. Uno de sus jefes dijo un día: “En Ecuador manda el presidente, pero aquí mando yo”. Milagros informó sobre varios problemas concretos que están viviendo los Huaorani y en los que se han presentado actos de violencia, incluyendo la muerte de un sacerdote y un trabajador maderero. “Los gobiernos locales y nacionales han levantado campamentos muy cercanos al lugar en que habitan los tagaeri y taromenani. Se dan alertas, revanchas y venganzas, y se genera una situación incierta e impredecible en la zona; ante los problemas, los indígenas no recurren a la policía, sino que ejecutan actos violentos”.

Lamentablemente estos pueblos están asentados en el petróleo. Todo sería más fácil si estos pueblos no estuvieran allí. Mns. Labaka pidió al gobierno una moratoria en la prospección petrolera, pero nunca le hicieron caso. Hoy, la política de protección de pueblos no contactados es poco clara; por esta razón corren tanto riesgo”.

Concluye Milagros sosteniendo que estos pueblos no van a sobrevivir mucho tiempo, y que tarde o temprano irán integrándose a las formas de producción que hay ahora (petróleo, madera, minería) o, simplemente, desaparecerán.

Las Jornadas de Pastoral concluyeron con estas reflexiones,  análisis y ánimo para continuar trabajando por la dignidad humana y el respeto a la vida, especialmente de los grupos más vulnerables.  Por la noche muchos de los participantes asistieron al lanzamiento del libro «Una Tragedia Ocultada», de José Miguel Cabodevilla y Milagros Aguirre.

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