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…alias Muhammad Ali ha muerto. No siempre las lecciones de vida nos llegan de la santidad o el heroísmo o el liderazgo político. También del pueblo salen mujeres y hombres que dejan, a su manera, una huella imborrable en la historia humana. Este señor lo hizo con sus puños, pero más nos dio con su verbo, su valor y su rebeldía ante el sistema opresor.

Hijo de un metodista -pintor de propagandas y señales-, su madre lo llevó a temprana edad a la iglesia bautista; su abuela paterna alcanzó a nacer en Madagascar. Poco sabemos de su infancia pero a los 12 años le roban su bicicleta; este hurto lo llena de rabia y quiere destrozar al ladrón pero, por consejo de un policía-entrenador, antes de dar golpes hay que aprender a boxear. A los 14 años ya es una promesa amateur del rudo deporte de los puños; a esa edad, ya hablaba demasiado y retaba a pelear a boxeadores mucho mayores que Cassius.

Se consagra deportivamente al ganar la Medalla de Oro de los semi-pesados en los Juegos Olímpicos de 1960, celebrados en Roma. Salta al profesionalismo y, en 1964 –con apenas 22 años– gana el Campeonato Mundial de los pesos pesados. Nace la leyenda más grande del boxeo moderno; todavía falta tiempo para que nazca Muhammad Ali, que ayudará a derrotar la guerra de Vietnam.  
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A la voz de “!Soy el más grande, soy el más grande”, el campeón mundial derrotaba a quien se le pusiera al frente. Hacía escándalo, bailaba en el ring, ganaba millones, picaba como avispa y volaba como mariposa. El Ejército lo llama a filas, para la guerra; Clay se niega, alegando objeción de conciencia. El castigo para los desertores es la cárcel y una multa alta en dólares. El objetor entra a la cárcel, desaparece Cassius Marcelus Clay y nace Muhammad Ali, el gran campeón de la conciencia.

De la conciencia de la paz, de la conciencia afro, de la conciencia de los excluidos. “¿Por qué voy a ir a matar a gente que no me ha hecho nada? Yo no mato ni en el ring”. Su actitud de paz lo convierte en una figura política mundial. La juventud norteamericana ve en este «big niger» a un hombre que tiene razón al rechazar una guerra injusta.

La cárcel, como ha sucedido con otros grandes seres humanos, tiempla el músculo cardíaco y aclara la mente para cuando llegue la hora de la libertad. Eso sucedió con Muhammad Ali. Salió de la cárcel a dar conferencias en las universidades norteamericanas  y a participar en mítines contra la guerra.

Paralelamente, Muhammad Ali continúa su actividad deportiva, recobrando el título de Campeón Mundial de los pesos pesados en 1974 (este combate se celebró en Kinshasa, Zaire, y lo financió el dictador que quiso levantar su popularidad; la pelea fue transmitida por televisión a todo el mundo, siendo el evento más visto en vivo y en directo hasta ese entonces). Así nació para el mundo la leyenda de Muhammad Ali, el Campeón que se dedicó a la causa de los afrodescendientes de América; fue tres veces Campeón, y se le considera «el más grande» de todos los tiempos.

Heavyweight boxing champion Muhammad Ali is photographed at his Deer Lake, PA training camp in June of 1974. (Leroy Patton/Ebony Collection)

Heavyweight boxing champion Muhammad Ali is photographed at his Deer Lake, PA training camp in June of 1974. (Leroy Patton/Ebony Collection)

A pesar de no ser un practicante ortodoxo, Ali defendió siempre el derecho de la comunidad afrodescendiente norteamericana a practicar la fe islámica. La libertad religiosa fue otra de sus causas, tomando así una identidad religiosa firme que sirviese de ejemplo a una comunidad afro excluida desde la llegada de los europeos a nuestro continente.

Como homenaje a su valor, a su rebeldía y a su compromiso social, consignamos aquí algunas de sus conceptos.

“Vi el mundo entero. Aprendí algo de la gente de cada lugar. Hay verdades en el hinduismo, en el cristianismo, en el Islam, en todas las religiones. Y también en el hablar sincero. La única religión que vale es el amor”.

 “Lo único que no entiendo es la guerra”.

“El que no es suficientemente valiente para tomar riesgos, no va a lograr nada en la vida”.

“Mi madre me enseñó a amar a la gente y a tratarla de buena manera. Es una persona dulce y maravillosa a la que le gusta cocinar, hacer ropa y estar con la familia. No bebe, no fuma ni molesta. Nadie ha sido mejor conmigo en mi vida entera”.

“No son las montañas que todavía tienes que escalar lo que te agota. Es la piedrita en el zapato”.

“En una competencia de amor todos compartiríamos la victoria, sin importar quien llegue primero”.

 “Quien no tiene imaginación, no tiene alas”.

«Deseo que la gente se quiera entre sí de la forma en que me quieren a mí. Sería un mundo mejor”.Muhammad-Ali 5

 “El Parkinson es mi máxima pelea. No, no duele. Es difícil de explicar. Me están poniendo a prueba para ver si sigo rezando, si sigo manteniendo mi fe. Toda la gente recibe pruebas de Dios”.

Muhammad Ali: nos has dejado un buen ejemplo. Has ganado tu último combate: hiciste historia, dejaste huella., sembraste amor y justicia. ¡GRACIAS!

 (Imágenes: thehill.com, vanguardia.com.mx, Wikypedia)

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