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El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y establece por primera vez los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en todo el mundo y que justamente este año se cumplen 75 años de la proclamación.

Recordemos que este documento histórico, consagra los derechos inalienables que toda persona tiene como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Está disponible en más de 500 lenguas y es el documento más traducido en todo el mundo.

Los derechos fundamentales, son derechos que todas las personas tienen básicamente por existir como seres humanos y que desde la Iglesia se da la importancia en la enseñanza y la práctica social católica a través de la encíclica Pacem in terris, que enfatiza en los derechos y deberes que deben observar los seres humanos y los estados, en las relaciones entre sí y en las relaciones con otros seres humanos y otros estados, con la finalidad de conseguir la paz y el bien común.

El Papa Francisco enfatiza que: “para defender los derechos humanos fundamentales hace falta coraje y determinación; oponerse activamente a la pobreza, la desigualdad, a la falta de trabajo, de tierra, de vivienda, de derechos sociales y laborales. En algunos lugares defender la dignidad de las personas puede significar ir a prisión, incluso sin juicio. O puede significar la calumnia.»

Cáritas Ecuador, a través de su trabajo, alienta, anima y propone caminos de acompañamiento a las diversas situaciones de injusticia y exclusión social presentes en el país. Junto a las comunidades y organizaciones de la sociedad civil se promueve la justicia y la dignidad humana.

Para Natali Illapa, voluntaria en la pastoral ecológica de Cáritas Napo, afirma que: “los derechos humanos son atribuciones que deberían estar presentes en todos los seres humanos para garantizar un desarrollo integral y una vida digna, además es a través de estos derechos que se promueven respeto a los derechos de la naturaleza”.

El Estado debe garantizar el goce de los mismos a todos los hombres y mujeres que viven dentro del territorio sin tipo de discriminación, menciona Natali. Sin embargo, “en la provincia de Napo, la situación social y ambiental es preocupante. La situación minera se debe a qué muchos derechos como el de la salud, alimentación, trabajo y otros fueron vulnerados por el Estado. Las personas comenzaron a ver en esta actividad una forma de acceder de cierta manera a estos servicios e indirectamente, crearon nuevas situaciones de vulneración de DDHH, en Napo se está pidiendo la declaración de Emergencia Ambiental que engloba también otros aspectos como el social y económico”.

“Defender los DDHH y la justicia social puede ser muy agotador, por lo que siempre es bueno ver: el camino recorrido por nosotros y por todos aquellos que nos antecedieron en las luchas. Se ha logrado derrumbar, sistemas socio económicos en base a estas pequeñas luchas que tenemos en diferentes partes, así que, creer en el cambio es necesario”, finaliza Natali Illapa.

Una marcha por los Derechos Humanos en Orellana

El Comité por la Defensa de los Derechos Humanos de Orellana, conformado por Cáritas Ecuador, el Vicariato de Aguarico, el FEPP, la UDAP y otras organizaciones de la sociedad civil convocaron hoy lunes 11 de diciembre a una marcha en El Coca con el objetivo de conmemorar un día más de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, «para recordar a las autoridades que esta provincia exige que se cumpla con muchos derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas, empezando por tener un ambiente sano, un espacio digno y de respeto, donde no se tenga miedo a decir lo que está sucediendo y que las autoridades garanticen la exigencia de los derechos del pueblo. El derecho a la salud, a la educación, a los derechos básicos y a que la naturaleza de la Amazonía sea respetada y cuidada para que nos pueda seguir abrazando y cobijando por mucho más tiempo junto a todos sus habitantes. Por todo eso,  esta marcha es para que podamos hacer incidencia y conciencia de lo que pasa en la Amazonía,» reporta Elizabeth Coca, coordinadora del área de ecoteología de Cáritas Ecuador, quien se encuentra en la marcha.

El Presidente actual de Cáritas Ecuador, monseñor Antonio Crameri, nos invita a reflexionar en este día que celebramos la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Hoy, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, los invito a reflexionar sobre Ecuador, una tierra de contrastes y luchas. En medio de desafíos apremiantes, anhelamos paz y esperanza como faros en la oscuridad. Busquemos acompañar a nuestras comunidades siguiendo la invitación del salmista: «Defiende al débil y al huérfano; haz justicia al afligido y al necesitado.» (Salmo 82:3)

Ecuador, entre esperanzas y desvelos, enfrenta una crisis económica que se cierne como sombra sobre los más vulnerables. La desigualdad, ese cáncer del progreso, exige una atención urgente, un compromiso para un desarrollo inclusivo y sostenible. Nuestro tejido social se ve amenazado por el crecimiento exponencial de la delincuencia, reclamando medidas eficaces y un canto colectivo por la justicia restaurativa y la solidaridad, que abrace a cada ciudadana y ciudadano en un ambiente de paz y reconciliación.

La violencia, con su fruto de movilidad forzada, demanda respuestas humanitarias, un abrazo protector para desplazados, ofreciéndoles oportunidades dignas, tanto para nacionales como para extranjeros. Los feminicidios, otro oscuro capítulo de esta tragedia que nos acosa. Unámonos en un grito unísono para extirpar la violencia de género y sembrar la semilla de la equidad y la igualdad.

En este día, que es un canto a la vida y al desarrollo humano integral y solidario, la seguridad alimentaria también se erige como otro derecho esencial y apremiante. Exijamos políticas que equilibren el acceso a alimentos nutritivos, a erradicar la desnutrición, Unidos a ello, la crisis climática nos convoca a defender nuestra casa común y construir comunidades resilientes.

La desintegración social fruto de la vulneración de derechos personales y colectivos clama por la sinfonía de la solidaridad y la cooperación, restaurando la armonía en nuestras vidas. Todo ello nos llevará a construir la fraternidad que Jesús quiso y su mensaje de «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aún a los más pequeños, a mí lo hicisteis.» (Mt 25,40)

“Recemos para que aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales en dictaduras, en regímenes autoritarios e incluso en democracias en crisis, para que vean que su sacrificio y su trabajo dé fruto abundante” Papa Francisco

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