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image_previewEn la homilía por la apertura de su ministerio, el papa Francisco I nos invita a custodiar la Vida, la Naturaleza y a todos los seres humanos, especialmente a los más vulnerables. Tomando como ejemplo a José, acompañante de la vida de María y de Jesús, nos invita a amar asumiendo la custodia de quienes la necesitan. Ver homilía completa.

La custodia de José es ejemplar por su “…discreción, vivida con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende (…) ¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio”.

La custodia es, para el Papa, una vocación no solamente cristiana, sino humana: custodiar toda la creación y su belleza: nos lo pide el Génesis, y nos lo muestra san Francisco de Asís: “…es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos (…) Sed custodios de los dones de Dios”. Si olvidamos la custodia, el corazón queda árido y gana terreno la destrucción, nos alerta el papa Francisco.
“Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza”, es la imploración y el camino que nos invita a recorrer Su Santidad en su homilía de hoy.

También hace referencia al poder que le ha sido encomendado: “Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios. y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; sólo el que sirve con amor sabe custodiar”.

El Papa nos presenta a Abraham como símbolo de la esperanza, sobre todo ahora, ante tantos cúmulos grises en el cielo, “… hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios”.

Su Santidad nos exhorta a “… custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado”.

La intención del Papa es clara: llamarnos a todos a custodiar, asumiendo este verbo con ternura, con esperanza y con la fuerza e inspiración que alumbró la vida de José, ejemplo del buen custodio.

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