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A más de cien días del terremoto que afectó a las provincias de Manabí, Esmeraldas y una parte de la ciudad de Babahoyo, la esperanza renace en las miles de familias que perdieron a sus seres queridos y bienes materiales, de a poco se inicia la parte de la reactivación económica, la reconstrucción de las viviendas y la posibilidad de volver a la normalidad. La Pastoral Social Cáritas Ecuador, entrevistó a Monseñor Eugenio Arellano, Obispo del Vicariato Apostólico de Esmeraldas.

¿Cuál es la situación en este momento a más de cien días de haberse suscitado el terremoto del 16 de abril?

Mire, primero le digo que estamos con una serenidad mayor que hace unas semanas, porque no ha vuelto a ver réplicas fuertes, porque las réplicas nos tenía angustiado de manera especial a los habitantes de Chamanga y Muisne y las poblaciones aledañas. Había una sicosis de temor que bastaba un camión que pasara por la carretera que ya  nos parecía que temblaba otra vez la tierra, y a la noche resultaba difícil conciliar el sueño, gracias a Dios esa situación no se repite

Le puedo decir que he podido comprobar como en el albergue, el albergue que creo el gobierno para los damnificados ha mejorado considerablemente, se han reducido los pequeños albergues y las carpas que había por doquier.  Hay un gran albergue donde no falta higiene, seguridad, ni alimentos, la gente está bien cuidada.

Ahora le digo le digo que los esmeraldeños somos muy libres y no nos gusta estar internos ni sujetos a horarios, a los esmeraldeños les encanta la libertad y entonces el esmeraldeños no está hecho para albergues, se cansa pronto y si no tiene necesidad extrema pronto deserta, claro que vienen las réplicas y de nuevo regresan al albergue.

Nosotros como iglesia como Vicariato hemos ayudado de manera especial a las familia que están fuera del albergue, que viven al interior poblaciones alejadas y diseminadas y el equipo de Cáritas ha ido hasta la misma casa para detectar las mismas necesidades, para que responda con eficacia y  de manera personalizada.

Hemos asistido a miles de familias de la población más  diseminada, una asistencia más  o menos personalizada eso a nivel de la ayuda humanitaria. También uno de nuestros padres especialista en la cultura urbana, se ha dedicado a ofrecer a los niños y adolescentes actividades que para ellos es un reposo psicológico muy grande que les ayudaban a  recuperar la tranquilidad, la calma, la alegría al no dejar de ser niños a volver de nuevo a sus travesuras a sus juegos este padre  no solo ha recorrido la provincia de Esmeraldas, sino parte de Manabí  sobre todo la más cercana a Chamanga.

A nivel de educación en los centros fisco misionales que hay, hemos recuperado de nuevo  las aulas la escolarización, claro hemos tenido que improvisar aulas con las casas Hogar de Cristo, son aulas son de pura caña  muy sanas. Lo importantes es que los niños y las familias han vuelto a su ritmo normal a su vida cotidiana que es lo que buscamos que poco a poco la gente recupere el ritmo de vida.

Se ha hecho también  un proceso de evangelización en cada una de las comunidades y se continúa haciendo. Religiosas, sacerdotes, laicos comprometidos de diferentes movimientos laicales apostólicos iban de dos en dos y se quedaban una  semana en cada comunidad evangelizando, celebrando la palabra, haciendo reuniones y esto para la gente era una novedad que les distraía y al mismo tiempo tenían el consuelo del evangelio. Tenemos programado seguir esta tarea intensiva en todo lo que queda del año.

Pronto empezaremos la parte de reconstrucción de los domicilios, estamos esperando un poquito a ver el gobierno lo que decide sobre las ayudas que les va a dar y tenemos proyectado ya bastante avanzado la reactivación económica, es una palabra muy gruesa para expresar realidades  muy sencillas, ayudar a las familias de manera especial mujeres que tiene niños y no tienen esposo,  entonces la ayuda con 500 dólares  y con eso empiezan hacer pequeñas iniciativas. Es un empujoncito y después ellos siguen solos. Porque esto dignifica a la persona le facilitan trabajo.

¿Cuál cree Mons. Que ha sido uno de los mayores dolores del pueblo de Esmeraldas a raíz de esta emergencia?

Era el desespero de ver el fruto del trabajo de su vida destruido. Yo recuerdo el amanecer del siguiente día del terremoto yo estaba en Chamanga y Muisne y veía todavía, no habían desalojado nada, las casas parecían que se habían plegado, veía los escombros, las ruinas y las familias abrazadas, créame que lo único que nacía más que discursos era una presencia respetuosa  y un silencio fraterno con una palmada en el hombro. Puedo decirlo que a pesar de eso, recibí testimonios de fe de los más pobres y los más sufridos, cuando veían mi tristeza me decían a mí pero señor obispo dios nos ha dejado la vida y volveremos a levantarnos, otra señora que me decía señor obispo he perdido la casa pero mire mis hijos y dios me ha dejado la vida, es decir vi que pronto renace la esperanza en el corazón  de los pobres, es una riqueza que dios ha hecho la mayor bendición que dios ha dado a los pobres es esa fuerte esperanza que nos sirve a nosotros como modelo que tantas veces nos agobiamos por insignificancias y por pequeñeces.

¡La Iglesia  está llenando de esperanza a la gente damnificada de Manabí y Esmeraldas?

La iglesia al llevar el evangelio lleva esperanza, hay mucha presencia de hombres y mujeres de iglesia y la sola presencia engendra esperanza.

¡En el tema de la reactivación económica que usted mencionaba, se está viendo que estas iniciativas sean sostenibles?

Clarísimo, las personas que llevan adelante estos proyectos son jóvenes profesionales que tienen experiencia que busca la sostenibilidad y se escogen  aquellos proyectos que responde a necesidades, será inútil que yo ayude a vender algo que no tiene mercado.

¿Cuál ha sido la respuesta de la gente en ese sentido?

La respuesta de la gente es de agradecimiento, porque siente que la iglesia está cercana, el pobre generalmente es agradecido no espera recibir nada esta es la diferencia, el pobre agradece,  los demás son exigentes nos regalan y ponemos objeciones porque no tenemos corazón de pobre, el que tiene corazón de pobre tiende la mano y gradece a dios y agradece a los hombres.

¿Monseñor que les anima y les motiva  a seguir ayudando a la población?

 Para nosotros la gente es Jesucristo y es parte mía y yo soy parte de la gente, yo veo en ellos la presencia de Jesucristo  necesitado, veo en mi mente el evangelio de Mateo: tuve hambre y me diste de comer.

Yo llevo aquí en Ecuador 42 años y hace 21 años que soy obispo, te sientes no solo solidario sino identificado yo soy la gente y la gente soy yo, tantos años aquí, solo me falta “negrearme” un poco y lo demás me siento esmeraldeño de corazón y de todo.

¿Con respeto al proyecto del hermanamiento de parroquias, como está la ayuda?

Habido una generosidad muy grande de todas las parroquias del Ecuador, agradezco a todos los hermanos obispos, nadie vino con las manos vacías, desfilaron párrocos, que traían bienes de sus parroquias, movimientos apostólicos, es decir todas la diócesis del  Ecuador se han hecho presentes de una u otra forma. Recuerdo en este momento casi  anecdótico cuando los albergados llevaban algunos días ya estaban cansados de comer tanto arroz con atún y vino un grupo de Riobamba que les horneo un chancho y estaban felices, eran los hermanitos de Juan XXIII,  pero llego otro grupo también de Quito que les horneo un espagueti con camarones que se chupaban los dedos, es decir habido una presencia fraterna de Iglesia, yo creo que ellos se iban enriquecidos y aquí nos enriquecían. Sigue habiendo la presencia de religiosas y religiosos y grupos de todos los sitios que vienen ayudar. Todavía necesitamos ayuda, todavía es tiempo de solidaridad.

¿Monseñor Como usted siente la acogida hacia la, iglesia o que la iglesia sigue siendo un referente es esto temas?

Los esmeraldeños saben que la Iglesia les ama se sienten ellos iglesia, incluso los que no creen, consultamos a la organización que no son de tinte religioso para hacer las ayudas con mayor eficacia, si creo que la Iglesia tiene el cariño y el respeto de todo el pueblo de esmeraldas, y los damnificados se han sentido seguros con la presencia de la iglesia.

¿Finalmente, como mantener encendida esa llama de la solidaridad?

Mire, la llama de la solidaridad brota de la fe, una solidaridad que no brota de la fe se apaga enseguida, la solidaridad es expresión de fraternidad y la verdadera fraternidad se descubre cuando es descubierto el amor de dios padre, si yo me siento amado por dios con un amor  de padre,  ese amor me proyecta a ver hermanos en los demás, de tal manera que la verdadera solidaridad nace de la fe.

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