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Hace treinta años, San Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan.

Este año, en el marco de la XXX Jornada Mundial del Enfermo, el Papa Francisco nos invita a estar al lado de los que sufren, en un camino de caridad.

En su mensaje el Sumo Pontífice destaca que se está «avanzado bastante, pero todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas, principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y exclusión, la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado».

Así mismo, Francisco destaca la importancia que, durante treinta años, ha tenido la Pastoral de la Salud al rededor del mundo: «Si la peor discriminación que padecen los pobres —y los enfermos son pobres en salud— es la falta de atención espiritual, no podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe».

El trabajo de Cáritas junto a los enfermos

La Pastoral de la Salud es la presencia, el acompañamiento y la acción de una Iglesia en salida, que busca el encuentro con el enfermo y su familia, afectados en su salud física, psicológica y espiritual, desde una visión integral, capaz de potenciar una cultura más humana y cristiana frente al dolor, al sufrimiento, la discapacidad, la agonía, la muerte, el duelo y a la defensa de la vida en todas sus dimensiones, desarrollando procesos de coordinación y formación a los agentes de la Pastoral de la Salud esparcidos en las 24 jurisdicciones eclesiásticas de Ecuador, con un enfoque de Desarrollo Humano Integral y Solidario.

Conversamos con Jesús Briceño, coordinador de la Pastoral de la Salud de Cáritas Ecuador, para conocer un poco sobre la labor que desempeña en cada una de las jurisdicciones donde existe esta Pastoral.

¿Por qué el enfermo es más importante que la enfermedad?

Briceño menciona que en el mensaje de esta XXX Jornada Mundial del Enfermo, el Papa Francisco en el párrafo sobre «tocar la Carne Sufriente de Cristo», nos recuerda: «Todo esto, sin embargo, no debe hacernos olvidar la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y sus fragilidades. El enfermo es siempre más importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología. Por eso espero que la formación profesional capacite a los agentes sanitarios para saber escuchar y relacionarse con el enfermo». Esto nos explica la importancia capital que tiene la persona humana para nuestra Santa Madre Iglesia.

¿Por qué es importante la cercanía y la presencia?

Todos necesitamos de una mirada, un gesto, una caricia, en fin, de una mano amiga que nos ayude a llevar con dignidad nuestra enfermedad. En este sentido la iglesia ecuatoriana presta un maravilloso servicio a toda la población en general, a través de las órdenes religiosas esparcidas por las 24 jurisdicciones eclesiásticas del país, atendiendo en más de 100 centros de salud, con una atención integral al paciente. Nos recuerda el Papa Francisco que «Deseo reafirmar la importancia de las instituciones sanitarias católicas: son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercanía a los enfermos más pobres y a las situaciones más olvidadas».

Al finalizar el diálogo Briceño nos deja un mensaje: Siempre debemos tener un mensaje de esperanza que nos ayude a superar las adversidades que se nos presentan en el camino. Esta pandemia nos enseñó a reconocer que somos personas extremadamente frágiles y a tener un recogimiento interior no solo físico sino también espiritual. Para el 2022 tenemos grandes retos:

  1. Formación permanente para los agentes de pastoral de la salud y agentes sanitarios, que nos permitan un mismo lenguaje y un mismo sentir hacia las personas enfermas física, emocional y espiritualmente.
  2. Proponer que existan en nuestras parroquias eclesiásticas el Ministerio de la Consolación, del cual el Papa Francisco nos dice: «A este propósito, quisiera recordar que la cercanía a los enfermos y su cuidado pastoral no sólo es tarea de algunos ministros específicamente dedicados a ello; visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos. ¡Cuántos enfermos y cuántas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolación es responsabilidad de todo bautizado, consciente de la palabra de Jesús: «Estuve enfermo y me visitaron», (Mt 25,36).
  3. Valorizar y promover la medicina integrativa, como un medio alternativo y holístico, que tiene sus raíces en nuestros ancestros.
  4. Fortalecer la Red Nacional de la Pastoral de la Salud, coordinando planes y programas desde la propia realidad de las diócesis y vicariatos, desarrollando vínculos de solidaridad, fraternidad y comunión, que nos permita en clave de Sinodal dad caminar juntos.
  5. Hacer mayor presencia de los agentes de pastoral de la salud en los hogares de las personas enfermas, ancianatos, orfanatos, centros de salud públicos y privados, para consolar, redimir y acompañar a la persona sufriente y su entorno familiar.
  6. Desarrollar el taller «Cuidado del Cuidador», para brindar herramientas de ayuda a quienes tiene la noble tarea de dar asistencia médica y espiritual a los más vulnerables.
    Finalmente, quisiera recordar el lema del Papa Francisco para este año con motivo de la XXX Jornada Mundial del Enfermo, «Sean Misericordiosos, así como el Padre de ustedes es misericordioso», Lc 6,36.
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