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El mundo está viviendo momentos duros con la pandemia del coronavirus, los países atraviesan varias dificultades: económicas, educativas, sociales y sanitarias. Conozcamos lo que vive la población migrante, que fuera de su tierra natal, se encuentra viviendo en un Ecuador fuertemente golpeado por la pandemia del COVID-19.

Para conocer la situación de las familias migrantes asentadas en las diversas provincias, conversamos con Cristina Pancho, coordinadora del área de Movilidad Humana de Cáritas Ecuador.

¿Cuál es el escenario que se presenta para las familias migrantes que viven en Ecuador?

La situación de la población migrante y refugiada en Ecuador es compleja, si bien antes de la pandemia ya soportaban riesgos de vulnerabilidad de derechos, la mayoría de ellos están inmersos en el trabajo informal y explotación laboral. Ahora con la situación del COVID-19, se ahonda más esta realidad.

La mayoría de la población que se dedicaba al comercio informal, con el confinamiento ha interrumpido sus actividades para disminuir los riesgos de contagio, esta paralización ha perjudicado a las familias que han dejado de percibir los pocos recursos que obtenían producto de las ventas ambulantes.

Este ambiente ha generado que la calidad de la alimentación de la población migrante disminuya, en algunos casos las familias priorizan a los niños quienes necesitan comer y en otros casos se abstienen.

Entre las situaciones complicadas que se presentan ahora, están los desalojos forzados por parte de los propietarios de las viviendas, pues al no percibir ningún ingreso tampoco tienen para pagar el arriendo de dos o tres meses que deben. Así mismo otros de los derechos que se han vulnerado es el acceso a la educación, al generarse de manera virtual las clases, los niños y jóvenes no cuentan con las herramientas de trabajo como son: el internet, las computadoras y los celulares lo que ha provocado que abandonen la formación.

¿La ayuda humanitaria que brinda Cáritas Ecuador es suficiente?

Nuestros recursos viene de la cooperación internacional, antes de la pandemia ya veníamos trabajando con población migrante y refugiada. Si bien antes no eran suficientes los recursos con lo que se trabajaba, al menos permitía complementar las necesidades de las familias.

Con la pandemia la atención se desbordo, ahora más que nunca los recursos no son suficientes para toda la demanda de la población migrante. En los territorios donde se trabaja la ayuda humanitaria, los mensajes son incesantes por parte de familias que ya recibieron asistencia o de familias nuevas que requieren apoyo.

Esta demanda obligo a priorizar la ayuda a ciertas familias con menores de edad, enfermos, mujeres embarazadas, quedando fuera mucha población. Es necesario mencionar que hay otras organizaciones que están trabajando el tema humanitario y brindando asistencia, sin embargo, es muy poca para la demanda que existe.

En la realidad lo que hace Cáritas es un complemento, que no logra cubrir todas las necesidades de las familias migrantes y refugiadas.

¿Qué tipo de ayuda ofrece el gobierno nacional o provincial para la población migrante, nos puede comentar?

De lo que nosotros conocemos, no hay ninguna ayuda por parte del gobierno nacional a la población migrante. El gobierno ha sacado programas de los bonos, entrega de alimentación que ha estado enfocado hacia población ecuatoriana y local. Es justamente por ello que se desbordo la entrega de alimentación.

Cuando empezó la emergencia, en el albergue que improviso el Municipio de Quito para personas indigentes, también se aceptaba población migrante, pero sobre todo a personas solas, eran casos puntuales.

En esta intervención humanitaria no habido apoyo o programas que permitan focalizar o integrar a la población migrante.

Para finalizar esta entrevista, Cristina se despide compartiendo el siguiente mensaje:

No olvidemos que esta pandemia nos ha recordado que somos una misma humanidad, que las nacionalidades, las etnias, no nos hacen diferentes y que todos en estos momentos nos encontramos vulnerables, por lo que tenemos que mirarnos como hermanos como una sola humanidad que somos. Que abran su corazón para escuchar a los hermanos migrantes y refugiados, seamos más humanos y que juntos podamos salir de esta situación.

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