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La tarea de curar las heridas a las personas privadas de libertad, como lo dice el Sumo Pontífice, es un servicio que forma parte de la rehabilitación social en los centros carcelarios, y que se lo hace en la medida de las posibilidades de cada institución.

En ese sentido la Pastoral Penitenciaria, es uno de los ejes de trabajo en distintas Cáritas Diocesanas del Ecuador, donde se promueve un espacio de reflexión, motivación y compartir enfocado hacia la integralidad de las personas privadas de la libertad. Las personas que acompañan a la pastoral se encuentran conformadas por religiosas, religiosos, capellanes voluntarios y laicos.

En diálogo con el programa la Casa Grande, la Voz de Cáritas Ecuador, conversamos con el padre Kléber Urbina, director de Cáritas del Vicariato Apostólico de Napo, y quien está al frente de la Pastoral Penitenciaria por encargo de Monseñor Adelio Pasqualotto.

Bienvenido P. Urbina, conocemos que unos de los ejes de trabajo de Cáritas es la Pastoral Penitenciaria, ¿cuál es el objetivo de esta pastoral?

Muchas gracias y un saludo afectuoso a todos. Bien, para este 2021 desde la Pastoral Social se está priorizando el acompañamiento a las personas privadas de la libertad, nos hemos empeñado en dar una atención más integral a los reclusos y reclusas del Centro de Rehabilitación de Archidona, mediante un proyecto que abarca las diferentes
dimensiones de la vida humana, como son: la parte espiritual, humana, académica y laboral, enfocándonos desde la terapia ocupacional.

En la parte espiritual se realizan las celebraciones de la eucaristía y la catequesis, también queremos ampliar temas de formación cristiana, para ello involucramos a los movimientos eclesiales del Vicariato, a fin de dar un acompañamiento integral a nuestros hermanos y hermanas para ayudarles a emprender un verdadero camino de rehabilitación, para cuando salgan en libertad tengan otra mentalidad, es un gran reto, menciona el P. Kléber Urbina.

«La prisión es un lugar de pena en el doble sentido de castigo y sufrimiento, y necesita mucha atención y humanidad. Es un lugar donde todos, la policía penitenciaria, los capellanes, los educadores y voluntarios, están llamados a la difícil tarea de curar las heridas de quienes, debido a los errores cometidos, se encuentran privados de la libertad personal». Papa Francisco.

¿Hace cuánto tiempo se creó la Pastoral Penitenciaria y qué servicio brinda a las personas privadas de la libertad?

La atención en la cárcel lleva cerca de cuarenta años y estaba dirigida por el padre Ernesto Villacrés, hasta marzo del año pasado y que Dios quiso llevárselo para la eternidad en octubre. Nosotros hemos tratado de ayudar a las personas en el tema jurídico, aunque no habido un proyecto integral, es ahora que a partir de enero nos enfocamos para reforzar este servicio, la atención que brindamos como iglesia y como Vicariato Apostólico de Napo al Centro Carcelario. Gracias también a las autoridades que están en la dirección por la apertura que
nos dan, nos acogen e incluso agradecen que apoyemos en este proceso con personas que no es fácil acompañar o tratar. Como iglesia tratamos de ser un aporte en este proceso de rehabilitación social.

Ahora padre Urbina, ¿cuál es su sentir, como es la acogida por parte de las personas privadas de libertad?

La experiencia que tenemos de estar cercanos a estas personas, es sentir el dolor que llevan en sus vidas y corazones, también está el arrepentimiento de sus acciones. La presencia nuestra y otros grupos religiosos que están interactuando, para ellos significa un signo de esperanza y compresión. Dentro de la cárcel hay múltiples necesidades que se pueden solventar como son los útiles de aseo, para ello pedimos colaboración a la comunidad y de las mismas familias que asisten a las eucaristías los domingos, se les ha pedido que nos ayuden y si hemos tenido acogida. También hay personas que no les interesa nada y se abandonan a su estilo de vida, pero también hay quienes buscan que se les ayude para superar esta situación y que se puedan reintegrar a la sociedad y eso nos anima abrir el abanico de posibilidades en el servicio para ayudarles a crecer y superarse en los ámbitos
psicológico y emocional, incluso hay quienes quieren estudiar, para ello tenemos la Unidad Educativa Fiscomisional, Padre Martín Fernández, que pertenece al Vicariato, lo que hacemos es ayudarles con la vinculación y conseguir el material didáctico para sus estudios para que avancen en sus objetivos.

¿Cuál es su mensaje final?

Acudir siempre a la sensibilidad y la solidaridad de las personas para que podamos dar un acompañamiento integral a quienes por circunstancias de la vida han ido a parar en un centro de rehabilitación, necesitan y merecen una nueva oportunidad en sus vidas y que muy bien se podría aprovechar, si se les ayuda con un verdadero proceso minucioso y paciencioso en este proceso de manera integral. Es por eso que, como Vicariato lo queremos hacer y por eso hemos involucrado a muchos grupos de la sociedad civil y movimientos eclesiales que desde su espiritualidad, experiencia y formación nos colaboran y acompañan.

Dios bendiga todos los esfuerzos y buena voluntad que se hace en todos lados, no solo en Napo, sino en las partes del mundo, donde como Iglesia como cristianos tratamos de dar nuestro aporte en los diferentes espacios de la vida social.

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