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VII.  Ideología de las ciudades del milenio (Pañacocha)

Un año antes de la inauguración, en el lugar de emplazamiento de la ciudad del milenio de Pañacocha no había absolutamente nada, solo selva, una estructura de cemento abandonada y una docena de casas de paja y madera. La ciudad del milenio actual, ícono del modelo de desarrollo integral que se propone en la amazonia,  es un símbolo de la prepotencia de los hombres convencidos de que por unos motivos exclusivamente económicos, es posible transformar la naturaleza, la cultura y la sociedad a partir de una idea y de la tecnología apropiada.

La planificación es impecable. Todas las áreas de educación están en el lugar asignado junto al río Napo, Los deportes según su categoría en sus espacios correspondientes, las oficinas y servicios en sus edificios señalados con letreros, recolección de desechos sólidos, servicios sociales, muelle y mobiliario urbano. Las casas de los vivos en filas a ambos lados de las calles y la ciudad de los muertos al final de la vieja pista de aviación, ahora llena de fantasmas según dicen las “consejas” de las comadres.

SEMPLADES planifica las ciudades del milenio, ECUADOR ESTRATÉGICO las construye a través de terceros y el Banco del Estado (BEDE) administra los recursos económicos que corresponden a las comunidades según un cálculo sobre las utilidades del petróleo (12%) y los excedentes petroleros y califica los proyectos. Los asentamientos elegidos fueron las selvas amazónicas a orillas de los ríos Napo y Aguarico. Espacios prístinos de gran riqueza forestal, lugares paradisíacos para el turismo, cuna y hábitat de pueblos y culturas y de grande riqueza petrolera que ha atraído a empresas nacionales e internacionales. La explotación es continua y sin piedad desde hace 45 años y sostienen el desarrollo del país.

En las contaminadas riberas de los ríos Napo y Aguarico se han construido dos pueblos del milenio. Los estudios, así como su diseño están listos para unas cuantas ciudades más (200) y Ecuador Estratégico espera que se ordene su ejecución: la Ciudad del Buen Vivir en la comuna El Edén y la Ciudad del Bioconocimiento en Nvo. Rocafuerte. Se trata de pequeñas ciudades-aldeas rurales, ubicadas en territorios comunitarios de kichuwas, wawranis, shwaras y colonos. Estos nuevos asentamientos están diseñados con todos los servicios del modelo occidental: centro educativo básico y bachillerato, dispensario médico, canchas deportivas, energía eléctrica, agua potable, cocinas inducidas, telefonía y oficina de comunicaciones con conexión a internet con banda ancha las 24 horas, calles y avenidas adoquinadas con un malecón junto al Napo y lugares de diversión.

Las casas contarán con unos 100 metros cuadrados de construcción sin jardines ni huertos para plantar y cosechar. El solar de la casa ocupa un área de 15X15. En total una Ciudad del Milenio ocupará unas 60 hectáreas que se disminuirán del bosque que aún queda cerca de las orillas de los ríos Aguarico y Napo. Al contemplar los planos y la presentación de la iniciativa, viene a la mente la visión de un pueblo moderno, semejante a una blanca aldea de un valle de la Suiza de los Alpes o se perfila con claridad la idea de un pueblo de Andalucía, insertado en medio de la selva del Amazonas.

Sus planificadores no pensaron que la cantidad de pobres obreros y trabajadores petroleros ambulantes que han venido de afuera para su construcción o  acompañando a las compañías, querrían participar, también de la boyante idea  de tener una casita en la amazonia tan poco poblada por otra parte. Uno no puede evitar que venga de pronto a la imaginación la idea: ¿surgirán chabolas en su alrededor con estos nuevos pobladores?  Es un recordatorio de lo sucedido en otras ciudades de nuestra amazonia. Por más que se intente es difícil escapar de la realidad de la zona y del país ¿Los excluidos vendrán a empañar esta utopía? O ¿dejarán a los indígenas desplazados por imposibles, en sus apacibles chacras del Tereré? Lo que parece extraño es que  el petróleo y las empresas se metan, precisamente donde están las poblaciones indígenas y que los desplacen o los reduzcan a guetos para tomar ellos posesión de sus tierras y recursos mientras los “civilizan”.

Me estoy convenciendo de que la honradez y flexibilidad de la comunidad indígena es más un obstáculo que una ventaja en el mundo de las políticas económicas nacionales. Siempre se choca con los límites impuestos por la ideología de acumulación del sistema. Intentar hacer y decir lo que parece correcto culturalmente para el bien vivir que nos proponen, pertenece a otra galaxia.

Uno de los reparos a estas iniciativas es el cultural ¿Cómo hacer que las familias kichwas y wawranis, acostumbradas a vivir separadas unas de otras, dentro de una amplia zona de selva, ahora se conviertan en vecinos armoniosos que comparten todos los servicios, que el bien común dependa precisamente de un horario impuesto y que la libertad se someta a la obediencia a un patrón carente de sentido común. Las utopías culturales se oponen a la práctica individualista del sistema. Tradicionalmente las familias indígenas disponen a voluntad de un amplio territorio comunitario ancestral en el que organizan sus áreas de cultivos, de caza, pesca y de recolección de recursos de la selva. Incluso tienen dos o más casas lejanas (tambú) a las que se desplazan según las épocas del año y el uso de las chacras de tierra que están en producción. Según la propuesta de la ciudad del milenio, 100 familias kichwas comparten 60 hectáreas.

¿La propuesta de crear estos pueblos es resucitar la idea superada de establecer nuevos protectorados o nuevas reducciones indígenas?, como se ha hecho tantas veces en Sudamérica desde el tiempo de la conquista hasta el ILV con el protectorado de los wawrani (1960). El actual proyecto despejará el territorio para desarrollar los nuevos megaproyectos (Manta-Manaos, privatización del agua…) y los trabajos para las empresas petroleras en el norte de la amazonia. En la historia reciente de los pueblos amazónicos las reservas o reducciones se han repetido varias veces y los pueblos del milenio en la amazonia se perfilan como las reducciones de la revolución ciudadana.

Esa parece ser la situación y el perfil de las comunidades indígenas del milenio en la amazonia. Esto afecta a todos. Va a ser afectada la calidad de vida, los derechos humanos, el futuro de las comunidades, la sobrevivencia de la lengua de nuestros abuelos, la cultura y las formas de vida de la gente del Napo, la vida de los jóvenes, la ecología, los territorios y la organización comunitaria.

Se nos propone que nos convirtamos en peones asalariados (semiesclavitud) de empresas agroindustriales que se adueñarán de nuestras tierras (soya, palma africana, arroz, teca, cacao, maíz…) ¿Qué proponemos? Da miedo proponer. La propuesta está en las comunidades organizadas. No hay posibilidad en otra parte, sino es en nuestra  tierra y en nuestra organización. ¡No loticen la tierra!, no abandonen los territorios y no dividan las comunidades y menos por dinero. ¡Hay que pelear hasta que se congele el infierno y, entonces seguiremos peleando sobre el hielo!

Achacaspi

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CategoryAmazonía
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