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Los procesos de capacitación para el fortalecimiento organizativo y desarrollo de capacidades sociales, ambientales y económicas de las poblaciones afectadas por el terremoto del 16 de abril del 2016 en el estuario de Cojimíes, de la provincia de Manabí,  se afianzan en las comunidades que participan del proyecto.  Y está bajo la ejecución de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Portoviejo y Cáritas Ecuador.

Datos del proyecto

El proyecto que se desarrolla en Manabí, es financiado por Cáritas Austria y Cáritas Española, y tiene el propósito de contribuir al ejercicio de los derechos sociales, económicos y ambientales de 200 familias en 20 comunidades de escasos recursos económicos afectadas por la contaminación del ecosistema del estuario de Cojimíes en el cantón Pedernales, que viven en contexto de violencia de género y social.

La Parroquia Cojimíes que alberga a varias comunidades, se beneficia de los procesos de capacitación, fortalecimiento organizativo y desarrollo de capacidades para la gestión administrativa de cajas comunitarias de ahorro y crédito y la implementación de emprendimientos en base a pequeños planes de negocio.

Ketty Vidal, técnica del proyecto y que está al frente de los procesos organizativos, señala que su trabajo consiste en acompañar, invitar y motivar a las familias para que se organicen y así “conseguir mejoras para las familias y la comunidad, es un trabajo del día a día, ya que en la zona no existe la cultura organizativa, porque han tenido malas experiencias y en algunas ocasiones han sido estafados. El primer contacto es con los dirigentes comunitarios y los catequistas, quienes motivan a la población a participar”.

Las familias que participan del proyecto pertenecen a 20 comunidades de la parroquia de Cojimíes y que viven junto al estuario del río Cojimíes, son de escasos recursos económicos y con alto índice de analfabetismo, enfatiza Ketty Vidal quien menciona que, “para llegar a estas comunidades, su acceso es solo por agua, y en otras es necesario atravesar hectáreas de camaroneras para poder llegar. Comunidades que están sumergidas en la miseria por la explotación y extinción del manglar y la contaminación del estuario, ya que su principal fuente de ingreso ha sido siempre la pesca artesanal y la recolección de conchas, recursos que actualmente son muy limitados”.

¿Qué pasa desde que Cáritas inició su intervención? 

Desde que empezó el proyecto, se ha logrado que las familias se motiven y confíen en ellas mismas, durante este tiempo se les ha capacitado en el manejo de sus finanzas, menciona Ketty quien añade que, “hasta el momento en 6 comunidades ya tienen creadas sus cajas de ahorros y tres de ellas cuentan con fondos inyectados del proyecto como medios de vida que viene a fortalecer sus actividades económicas”.

“Las acciones que proponemos van enmarcadas en el Desarrollo Humano Integral y Solidario y por la construcción de una cultura de paz. Existen comunidades con buena participación de las familias y otras a las que aún les cuesta organizarse, sin embargo, considero que ya la gente va reconociendo la labor de Cáritas en cada comunidad”.

Desde que se ejecuta el proyecto hasta la actualidad, las comunidades que participan son:  Guadual, Nuevo Cojimíes, Colorado, El Toro, El Churo, El Aguacate, Cañaveral, Carrizal, La Bonilla, Surrones, Puerto Tizal, Moracumbo, Cheve, Veche, La Punta de Veche, Puerto Cotera, Mache, Chindul, Nueva Unión y Eloy Alfaro.

A la pregunta, desde que se involucró en el proyecto, ¿Qué experiencia le deja esta labor en el ámbito personal?, Ketty manifiesta que: “Acompañar a estas familias para mi es un motor de vida, ha enriquecido mi forma de ver el mundo, ver a familias que están prácticamente abandonadas, sin ninguna atención por parte del estado y sin embargo le sonríen a la vida y van con optimismo en el día a día, es impresionante. Esta experiencia me deja más sensibilizada, más comprometida con el servicio desde la visión del buen Samaritano (ver, atender, acompañar y aunque tenga muchas cosas que hacer, aunque lleves prisa hay que detenerse para atender al que está en una situación complicada)”.

El estuario de Cojimíes atraviesa una seria contaminación

A partir de los procesos de capacitación, formación y organización, la población beneficiada va adquiriendo mucho interés en la gestión ambiental de su medio y entorno, señala Medardo Olivo, técnico del área de Economía Social y Solidaria, de Cáritas Ecuador. Cabe mencionar que el estuario de Cojimíes y manglar esta seriamente afectado por la contaminación causada por las descargas de agua del sector camaronero que se desarrolla en la zona.

“La población de las comunidades que vivían de este recurso natural a través de la pesca, se lamentan y reconocen que es progresiva la pérdida de especies acuáticas que eran fuente de alimentación y que generaban ingresos económicos”.

“Considerando que el recurso natural que constituye el estuario de Cojimíes y manglar, está seriamente afectado por la contaminación, los moradores de las comunidades que vivían de este recurso natural a través de la pesca se lamentan y reconocen que es progresiva la pérdida de especies acuáticas que eran fuente de alimentación y generación de sus ingresos económicos”.

El proyecto avanza y lo hacemos junto a la comunidad

Alrededor de 400 personas han participado de 70 talleres sobre el valor de los recursos naturales de su entorno y las enseñanzas que nos da la encíclica Laudato Sí, esto ha motivado también a la realización de mingas comunitarias, con la finalidad de fomentar la cultura de clasificación de desechos y mantener limpios los espacios comunitarios.

Cristhian Figueroa, promotor ambiental del proyecto e ingeniero agrónomo, manifiesta que en las comunidades se fomenta la implementación de huertos orgánicos familiares, así como la promoción de la cultura del cuidado de la Casa Común.

Agrega que el trabajo con las comunidades se centra en los “conceptos de Laudato Sí, donde nos enseña el cuidado de los recursos naturales, nos enfocamos en el reciclaje mediante mingas de limpieza y reduciendo el consumismo, a su vez promoviendo la seguridad alimentaria en las comunidades intervenidas, cultivando sus propios alimentos mediante huertos, viveros y cría de peces (chames y tilapias) en comunidad”.

Estos talleres se han enfocado en la reducción de la basura común mediante la clasificación de desechos, en la cual se reutilizan los plásticos o se comercializan. También se trabaja en la elaboración de compost con los desechos orgánicos de las comunidades.

En nueve comunidades se han implementado huertos familiares que han beneficiado a 158 familias de: Carrizal, Cheve, El Churo, Guadual, La Bonilla, Mache, Nueva Unión, Puerto Tizal y Surrones. “Así mismo la población ha recibido talleres de recursos naturales, enfocados en el cuidado del recurso importante de cada comunidad y su aprovechamiento de forma sustentable y sostenible a fin de implementar cría de peces (chames y tilapias) en las comunidades, donde han participado 1080 personas de las comunidades beneficiarias”.

Al finalizar el diálogo, Cristhian Figueroa, considera que al involucrase en el proyecto como técnico ambiental, ha podido evidenciar que las comunidades se encuentran “en una suma pobreza y se puede evidenciar las necesidades y falencias de estos sectores. Con el proyecto promovemos el desarrollo socioeconómico, entregando herramientas y conocimientos de producción, manteniendo un ambiente sano y saludable, para que las familias tengan un nivel de vida más digna. También es fundamental el cuidado de la naturaleza porque los recursos son cada vez más escasos, los ríos y el estuario contaminados conllevan a la pérdida de la biodiversidad”.

El proyecto continúa y está en marcha por 5 años mas, es sostenible y buscar el desarrollo integral de las personas involucradas y de la comunidad en general.

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