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Comenzamos el año, abriendo puertas, corazones, recibiendo a nuestro prójimo, reconociendo su humanidad.

Ser migrante, ser refugiado implica casi siempre desprenderse, dejar algo, sacrificarse. Muchas veces, no somos capaces de entender las situaciones que atraviesas nuestros hermanos y hermanas más cercanos.

Este enero 2015, hablamos de una Iglesia «madre de todos y todas» que nos invita a acoger con amor, a responder con ternura, a ser compañeros de vida y de camino.

Ser migrante, ser refugiado, implica casi siempre, buscar en el paso, una mano tendida, un palmada en la espalda, que confirme, que en el camino, somos muchos, distintos, con diversos rostros, esperando, abrazándonos a la vida.

Descarga el Mensaje Jornada Migraciones 2015 del Papa Francisco

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