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Uno de los encargos que tiene Cáritas, es compartir la misión de la Iglesia que es servir a la comunidad, como lo afirma el Papa Francisco: “Cáritas es la caricia de la iglesia a su pueblo”. Por ello, cada Cáritas está organizada e inspirada en responder a las diversas necesidades de la población vulnerable.

En ese sentido, la Diócesis de Ibarra, a través de la Vicaría de Pastoral Social Cáritas Ibarra, desde hace veinte años lleva adelante un proyecto de ayuda social con niños, niñas y adolescentes, en edades comprendidas entre 6 y 16 años que tiene el propósito de apoyar el derecho a la educación de la niñez y adolescencia de escasos recursos. El comedor Juan Pablo II, acompaña a la población de sectores suburbanos de la ciudad de Ibarra en: Alpachaca, Azaya, La Florida, Colinas del Sur y Pugacho.

Los niños, niñas y adolescentes pertenecen a núcleos familiares en crisis y entornos comunitarios socialmente violentos, por lo que la intervención de Cáritas Ibarra es de gran ayuda para evitar que los NNA caigan en el trabajo infantil y la mendicidad.

En la actualidad, el comedor atiende a 60 niños, niñas y adolescentes entre población local y migrante. Al momento se encuentran inmersos en el sistema educativo y también en el proceso de inserción escolar, menciona Sandra Chacón, coordinadora del comedor Juan Pablo II, quien señala que las familias de los niños, “habitan en espacios físicos muy reducidos en condiciones precarias y de hacinamiento”.

Los niños y niñas reciben apoyo integral y multidisciplinario, el mismo que permite dar permanencia y continuidad al desarrollo educativo y humano en corresponsabilidad con la familia y la comunidad, el mismo que busca evitar la deserción escolar. “El comedor brinda servicio de alimentación, apoyo pedagógico, psicosocial, apoyo en salud, seguimiento escolar y acompañamiento escolar”.

La preparación de los alimentos, está cargo de una persona que tiene conocimientos en gastronomía y seguridad alimentaria. “Así mismo de acuerdo a las necesidades de alimentación de los niños, niñas y adolescentes, (NNA), se incluye todo tipo de nutrientes y en cantidades suficientes”, indica Sandra Chacón, quien enfatiza que se incorporan productos naturales y frescos para una alimentación sana.

El centro cuenta con personal capacitado para la atención integral de la población que acompaña, quienes elaboran cronogramas de trabajo para cumplir con los objetivos planteados. “La Cooperación Fraterna, apoya con un voluntario, que ayuda el trabajo diario en el comedor, como son: actividades recreativas con los niños y a la hora de servir el almuerzo. También se cuenta con la ayuda de las universidades, a través de convenios interinstitucionales para el apoyo en la preparación de alimentos”.

Para llevar adelante esta labor, interviene la cooperación internacional, la empresa privada y el aporte de profesionales. Así, desde “Cáritas Nacional, a través del proyecto EUROPA IV, la empresa ENVIWORLD, que se encuentra ubicada en Quito, la empresa azucarera Tababuela y la empresa Floralp, son las benefactoras del comedor Juan Pablo II de la ciudad de Ibarra. Tenemos también el aporte de médicos voluntarios para el control de la salud, para detectar cualquier tipo de enfermedad a tiempo y conseguir las medicinas necesarias en el caso de que lo requieran”, finaliza Sandra Chacón.

“Ustedes los niños son el tesoro de todos nosotros, son el tesoro más preciado que debemos cuidar. Les pido que nos perdonen a los adultos por no cuidarlos siempre, ni darles la importancia que se merecen. Ustedes son la luz de esperanza para todos nosotros”. Papa Francisco

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